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Una madre jugando con su bebé

Una madre jugando con su bebéPexels

Por qué es importante jugar con un bebe, según Harvard

Además de lo que puede implicar en su desarrollo, jugar con un hijo, según destaca la pediatra, es una manera de construir una relación sólida entre ambos

Durante los primeros años de vida de una persona, se suceden en su interior más de un millón de conexiones neuronales nuevas, pero para que estas sean más eficientes, tienen que ser también podadas. Así es como se va construyendo el cerebro y se guía su funcionamiento para el resto de la vida de un niño.

Para fomentar un crecimiento sano, los expertos del Centro para el Desarrollo Infantil de Harvard han elaborado el término «servir y devolver» como las prácticas que ayudan a los niños a poner sus neuronas a funcionar. Estas interacciones consisten en que el niño y el adulto con el que esté trabajen entre sí de manera amorosa y enriquecedora. Así, destaca Claire McCarthy, pediatra de Harvard, se ponen los bloques para un cerebro sano y un niño feliz que en el futuro se convertirá en adulto competente y exitoso. Además de lo que puede implicar en su desarrollo, jugar con un hijo, según destaca la autora, es una manera de construir una relación sólida entre ambos.

En este sentido, el juego es la mejor estrategia para llevar a cabo estos cuidados interactivos, pero la pediatra establece ciertas condiciones. Toda la atención tiene que estar centrada en el niño, por lo que recomienda dejar el teléfono a un lado y no realizar varias tareas a la vez. La actividad ha de ser recíproca, aunque no a partes iguales (sobre todo en lo que concierne al bebé). El objetivo, destacada McCarthy, es incorporara la capacidad de respuesta.

Cada actividad ha de adecuarse también a la edad del niño y su etapa de desarrollo. Por ello, la pediatra recomienda una serie de juegos por edades. Entre los 6 y los 9 meses los pequeños están aprendiendo a imitar y a utilizar los elementos básicos del lenguaje. En este momento, algunas ideas que plantea McCarthy podría ser jugar al clásico cucú tras o a esconder juguetes debajo de una manta y dejar que el bebé los encuentre. Aunque no hable, también se pueden mantener conversaciones en las que el adulto ha de pretender que los monosílabos que el niño conoce son frases.

Una vez pasado el primer año, hasta los 18 meses, van adquiriendo cada vez más habilidades del lenguaje y movimiento. Llegado este momento, la experta aconseja construir con bloques y después derribarlo juntos, juegos imaginativos con muñecas o peluches. Lo que no son juegos también pueden convertirse en una estrategia para enseñar. Lo único necesario es ir narrando todo lo que ocurre al pequeño, como ir a la compra o a la gasolinera.

Más adelante, de los 2 a los 3 años, todos los pasatiempo anteriores pueden ir subiendo de nivel. Ya pueden comenzar a hacer puzles sencillos u otros entretenimientos que involucren contar y clasificar los juguetes. Para que estos momentos de disfrute tengan un beneficio pleno en los hijos, la pediatra aconseja a los padres entregarse a jugar y divertirse. «El trabajo y las tareas domésticas pueden esperar», asevera, aunque recuerda que también se les puede involucrar en el cuidado del hogar.

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