El misterio del 'summer slide' o por qué algunos niños olvidan en verano todo lo aprendido durante el curso
Las maneras que proponen los expertos para paliar el efecto de este tobogán de verano son tan sencillas como dedicar 30 minutos al día a trabajar la lectura o las matemáticas
Las bicicletas son para el verano, como bien dijo Fernán Gómez, pero también lo son los helados, los paseos al atardecer, las miles de horas en la piscina, los libros y, para desgracia de los más pequeños, los cuadernillos de tareas. Sus páginas están llenas de dibujos y ejercicios que pretenden evitar el fenómeno recientemente summer slide, el nombre que ha recibido la bajada del rendimiento durante largos periodos fuera del colegio.
Esta teoría se basa en la analogía con un tobogán. La traducción literal del término viene a ser algo así como el deslizamiento del verano y se refiere a la pérdida que sufren algunos niños de ciertos conocimientos que han aprendido durante el curso anterior. Según explica la pedagoga Roberta Madrazo, responsable educativa de la app Nominis, este efecto no sucede solo en menores, sino que les ocurre a personas de todas las edades.
Según los expertos, las materias que más afectadas se ven son matemáticas y lengua. El summer slide ha estado en el radar de distintos investigadores al menos desde 1996, cuando se publicó el primer estudio sobre la materia. Entre sus conclusiones ya destacaron la pérdida de conocimiento que sufren los niños en el periodo vacacional, lo que generaba un efecto acumulativo cada año.
Otro análisis más reciente, este de 2020, entre niños estadounidenses de tercero a quinto de Educación Primaria mostró que los alumnos perdieron alrededor de un 20 % de sus avances del curso en lectura y un 27 % en matemáticas, tan solo durante el verano.
No obstante, el informe más exhaustivo acerca del summer slide fue el elaborado por Lorna Smith en 2011, en el que afirma que el rendimiento de los alumnos de Primaria cae el equivalente un mes durante todo el verano y que esta pérdida de conocimiento se ve todavía más agudizada en hogares con menores ingresos.
Las maneras que proponen los expertos para paliar el efecto de este tobogán de verano son tan sencillas como dedicar 30 minutos al día a trabajar la lectura, las matemáticas u otras materias en las que durante el curso el alumno pueda haber tenido un peor rendimiento y así reforzarlas. Por ejemplo, cada día de la semana, de lunes a viernes, se puede dedicar esa media hora a una materia distinta. Recomiendan también emplear recursos en línea y no esperar a que el niño tenga iniciativa para realizar sus tareas, sino que se convierta en un momento que disfrutar juntos.