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Las diez cosas que pide un médico experto en paliativos para morir bien

El doctor Jacinto Bátiz publica «¡Cuidadme así!» (San Pablo), un decálogo breve e inspirador que recoge su experiencia en el cuidado de enfermos terminales, prologado por el obispo de Bilbao, monseñor Joseba Segura

«Morir es inevitable. Pero morir mal no lo debiera ser». Desde esta perspectiva encara el doctor Jacinto Bátiz, uno de los mayores expertos de España en cuidados al final de la vida, su decálogo para morir bien. Se trata de diez puntos esenciales para encarar la propia muerte, surgidos de su propia experiencia y relatados en primera persona en el libro ¡Cuidadme así! (Ed. San Pablo).

Una obra que, como señala en el prólogo el obispo de Bilbao, monseñor Joseba Segura, ayuda «a preparar la buena muerte, que puede llevar sin aviso y plácidamente, o convertirse en ocasión de encuentro humano, difícil pero bello, atravesando el último desierto».

Sin miedo a la muerte, pero con miedo al sufrimiento

Como explica Bátiz, incluso en los casos en que no se tiene miedo a la propia muerte, o incluso cuando los enfermos «la esperan o la desean para que acabe con los sufrimientos», la experiencia más común es que «sí tenemos miedo a morir mal». Por eso, reclama una especial atención a los procesos del final de la vida, e insiste en la importancia de los cuidados paliativos.

«Los cuidados paliativos tienen el objetivo de aportar calidad a la vida que le queda a la persona enferma, y ayudarla a morir bien cuando llegue su momento. No pretenden alargar la vida innecesariamente, sino ensancharla. Y este debiera ser nuestro empeño: evitar que los enfermos mueran mal y procurar que vivan sin sufrimiento hasta que les llegue su muerte», señala.

Un decálogo clave para el final de la vida

Así, Bátiz apunta –en primera persona– estos diez puntos clave, según lo que ha aprendido durante más de cuatro décadas acompañando a enfermos en fase terminal:

  1. Tratadme como una persona. «Cuidadme como a un ser humano hasta el momento de mi muerte. No me contempléis solo como una estructura biológica, sino que además tened en cuenta mi dimensión emocional, social y espiritual. Deseo que aliviéis mi dolor y cualquier otro síntoma que me provoque sufrimiento. Deseo que me apoyéis emocionalmente ante mis temores, mis dudas y mis miedos. Deseo estar acompañado, no deseo morirme en soledad. Deseo que pueda satisfacer mis necesidades espirituales y que me ayudéis a dar sentido a mi vida. Satisfacer estos deseos sería tratarme como a una persona, como a un ser humano», indica el médico.
  2. Permitidme expresar mis sentimientos. «Cuando yo acompañaba a quien se moría, llegué a comprender lo importante que era para esas personas expresar sus sentimientos y sus emociones ante la muerte. Eso les daba paz. Esa paz que también deseo para mí cuando llegue mi momento», asegura, poniendo voz a cualquier enfermo ante su propia muerte.
  3. Permitidme participar en las decisiones sobre mis cuidados. Frente a las actitudes de médicos y familiares que tienden anular la voluntad de las personas mayores o de los enfermos terminales, el doctor Bátiz es contundente en su propuesta: «Deseo que me permitáis participar en aquellas decisiones que tengan que ver con mis cuidados y que tengáis en cuenta mi opinión». Y añade: «Cuando más avanzada es la edad o cuando estamos en una situación de vulnerabilidad, necesitamos ser escuchados con imperiosa exigencia, y que se tengan en cuenta nuestras ideas, tanto culturales como religiosas. En estas circunstancias, tenemos necesidad de que se nos respete como seres libres que debemos tomar nuestras propias decisiones y no tratarnos como un menor: no somos niños».
  4. No me dejéis morir solo. «No quiero morir solo, abandonado por mis seres queridos, ni por mis amigos, ni por los profesionales, ya que he podido comprobar, junto a los moribundos, que morir en soledad es uno de los mayores sufrimientos de la persona. Por el contrario, la compañía de sus seres queridos y de quienes los atienden les sirve de gran ayuda y mejor tratamiento para combatir la soledad en el final de la vida. Nadie quiere morir solo», asegura Bátiz, que en 2018 recibió el Premio Europeo Kate Granger al Cuidado Compasivo.
  5. Cuando os pregunte, no me engañéis. El doctor insiste en la importancia de que el enfermo esté bien informado, pero con gradualidad y empatía: «El enfermo nos pide que le digamos la verdad, que no le engañemos, pero que tengamos delicadeza para comunicársela bien si tenemos que darle una mala noticia. Muchos enfermos presienten su gravedad y piden que se confirmen sus dudas, desean conocer la verdad, saber si se van a morir pronto». Por eso «es importante responder a todas las dudas que plantee, pero respetando el momento en que el enfermo lo pida, cuando lo pida y teniendo en cuenta que la comunicación de la verdad sea a través de la persona que él quiera».
  6. No me juzguéis. «Deseo que respetéis mi individualidad y que no me juzguéis por mis decisiones, aunque sean contrarias a las vuestras. En muchas ocasiones, solemos indicar al enfermo cómo debe comportarse, qué ha de hacer o cambiar para que todo vaya bien, pero en la situación de terminalidad, hemos de aceptar a la persona por lo que es: alguien único e irrepetible, con un valor en sí mismo», recuerda Bátiz, que dirige el Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurce.
  7. Comprendedme y ayudadme a encarar mi propia muerte. Más allá de los aspectos médicos, Bátiz indica el trato humano como aspecto clave para encarar bien la recta final de la vida: «Yo deseo que quienes me cuidéis seáis, además de competentes profesionales, personas cercanas a mis necesidades; seáis capaces de conocerlas, de comprenderlas y de satisfacerlas para ayudarme a afrontar mi muerte. Yo me he sentido muy satisfecho de haber podido ayudar a muchas personas a afrontar su propia muerte. Desearía que quienes me atendáis, os sintáis de igual manera».
  8. Cuidadme como os gustaría que os cuidaran. «Escuchar al enfermo será esencial para poder conocer cómo percibe su enfermedad, su pronóstico y su final», indica. Y en todos los casos, especialmente si hay situaciones en las que la persona no ha podido expresar cómo desea encarar su muerte, el doctor Bátiz apunta a la pregunta que debe hacerse todo cuidador: «¿Cómo me gustaría que me cuidasen a mí?».
  9. No adelantéis intencionadamente mi muerte. «No tengo miedo a la muerte, tengo miedo a sufrir. Aunque no quiera morirme, ya sé que eso no va a ser posible, pero sí puede ser posible no sufrir», explica este médico especialista en cuidados paliativos. Por eso, señala lo que todo enfermo terminal comparte: «No deseo que adelantéis intencionadamente mi muerte, pero tampoco deseo que prolonguéis mi agonía con tratamientos inútiles en una situación clínica de terminalidad. Quiero que seáis capaces de no iniciar o retirar tratamientos desproporcionados. Pero que sí seáis enérgicos y resolutivos en controlar aquellos síntomas que me provoquen sufrimiento; y si no lo conseguís de esta manera, utilizad la sedación paliativa para que no sufra mientras llegue mi muerte».
  10. Cuidad a mi familia para aliviar su pena. Nadie quiere que un ser querido muera, ni que sufra. Por eso, después de décadas acompañando a moribundos y a sus familiares, el doctor Jacinto Bátiz deja esta reflexión en el último capítulo de Cuidadme así: «La mejor manera de prevenir la pena de mis seres queridos es que hayan comprobado que he sido cuidado según mis deseos, y que he fallecido con la dignidad que siempre he expresado durante mi vida y que ellos también compartirían». E insiste en la importancia del acompañamiento en el duelo.

«Si me cuidan así, estoy seguro de que tendré una buena muerte», concluye el médico paliativista.