Un estudio revela que los padres también pueden reconocer a sus hijos por el olor
Investigaciones anteriores ya habían demostrado que el olor de un hijo tiende a ser percibido como agradable por sus padres y que este activa zonas del cerebro asociadas con el placer
Los pañales sucios y la ropa manchada de vómito puede no ser el olor más agradable para un padre. Aun así, un reciente estudio ha confirmado que cada progenitor prefiere los aromas de su propio hijo y para ellos, el hedor se convierte casi en un perfume. Además, el equipo de la Universidad Técnica de Dresde ha descubierto que los padres no solo piensan que su hijo es el que mejor huele, sino que pueden diferenciarlo de otros niños a través del olfato.
A través de diversas pruebas de nariz, apuntan que un padre puede distinguir el olor de la ropa que usa su propio hijo. Aunque quizá no sorprenda tanto, los progenitores descubrieron que el aroma de sus descendientes se volvía menos agradable a medida que se acercaban a la adolescencia.
Otras investigaciones anteriores habían demostrado que el olor de un hijo tiende a ser percibido como agradable por sus padres y que este activa zonas del cerebro asociadas con el placer. La conexión basada en este sentido ayuda a reforzar los vínculos amorosos dentro de las familias. Para este nuevo análisis, se han sometido a pruebas a 56 progenitores y a 73 de sus hijos biológicos. A los menores se les dio un gel sin perfume para ducharse y se les entregó una camiseta limpia antes de dormir. A la mañana siguiente, los padres tenían que recoger dicha prenda y enviarla a la universidad.
El olor de un hijo, aliado contra el estrés
A estos últimos se les pidió que calificaran el olor según el agrado que les producía y que intentaran identificar cuál de las muestras pertenecía a su propio hijo. Cuanto más pequeños eran, más fácil era para los progenitores reconocer el olor del niño. En el caso de los bebés, sus padres acertaron el 37 % de las veces y en los preadolescentes, el 33 %.
En el estudio, publicado en la revista Physiology & Behavior, explican que de forma similar a las madres, también ellos son capaces de reconocer el olor corporal de sus propios retoños. Según Laura Schäfer y sus colegas de la Universidad de Dresde, es probable que la sensación agradable relacionada con el olor de un hijo juegue un rol destacado en la manera en que son capaces de reconocer a su descendencia. Han concluido también que el aroma de un hijo ayuda a reducir el estrés de su padre.
Esta capacidad no perdura en el tiempo. El poder olfativo de los padres va desapareciendo a medida que los hijos se acercan a la pubertad, especialmente si son niñas. La hipótesis que ha surgido entre los investigadores es que esto pueda ser una barrera natural y evolutiva contra el incesto. No obstante, señalan que los cambios hormonales en la pubertad también puede influir en cómo los progenitores huelen a sus hijos, por lo que podría no relacionarse con la atracción sexual.