Consultorio familiar
Llegas a casa y hay una pelea montada, ¿cómo deben reaccionar los padres? Responde una experta
La neuropsicóloga Diana Jiménez explica cómo deben actuar, y qué cosa deben evitar, los padres, cuando llegan a casa y se topan con un conflicto entre los hermanos, o entre los hijos y el otro cónyuge
La escena es arquetípica: papá o mamá aún no ha llegado a casa desde el trabajo, o está fuera haciendo la compra. En ese lapso de tiempo, en el hogar se desata una pequeña gran tormenta, y el otro cónyuge tiene una pelea monumental con alguno de los hijos, o se ve forzado a intervenir en una bronca entre los hermanos.
Poco después, y con las espadas aún en alto, llega a casa el padre o la madre que estaba fuera… y al cruzar el umbral de la puerta, recibe de golpe toda la información detallada del conflicto: detonantes de la guerra, parte de lesiones y veredictos condenatorios. Y surge el gran dilema: ¿qué debe hacer el progenitor recién llegado? ¿Hacerse de nuevas, como si la cosa no fuera con él? ¿Abroncar a los hijos como si hubiese estado presente? ¿Restar importancia al asunto, a riesgo del enfado de su pareja? ¿Asumir acríticamente la postura del otro cónyuge, aunque sea de un modo más tibio?
Si la escena le resulta familiar, a buen seguro querrá saber la respuesta que da para El Debate la neuropsicóloga y psicoterapeuta educativa Diana Jiménez, experta en disciplina positiva y autora de libros como Infancia en positivo y Adolescencia en positivo.
Las discusiones son algo natural
«Esta es una situación muy habitual en los hogares. Y la forma en que la resolvemos habitualmente hace que casos como estos vayan a más, a peor o se cronifiquen. Y, sin embargo, hay una manera muy sencilla de intervenir para que esto cambie», explica Jiménez, que cuenta con más de 173.000 seguidores en su cuenta de Instagram.
Y lo primero a lo que anima esta experta en disciplina positiva es a no extrañarse ni exagerar porque surjan problemas en el hogar. «Cuando uno de los padres se queda en casa con los hijos surgen roces, peleas, desencuentros, enfados con los niños y entre los niños... Y sabemos que algo de conflicto es normal, porque el conflicto es inherente a los seres humanos. Así que el primer paso es asumir que siempre surgirán momentos de discusión y falta de entendimiento, y que eso puede llevarnos a tener malas actitudes o malas respuestas».
¿Un callejón sin salida?
Pero entonces, ¿cómo hay que reaccionar? «Lo habitual —retrata la psicoterapeuta— es que la persona que se queda en casa con los niños (sea la madre o el padre) en cuanto el otro progenitor entra por la puerta, rápidamente le cuente lo mal que se han portado los niños, lo que ha ocurrido, lo que han hecho, las quejas que ha habido...». Y esto lo hace «con la mejor de las intenciones: está pidiendo ser vista, tenida en cuenta y que alguien valore todo lo que lleva encima», apunta Jiménez.
Sin embargo, «la persona que viene de fuera, ¿cómo lo recibe?», se pregunta. Y responde: «Lo interpreta como un 'venga, a ver qué haces tú'. Y, generalmente, lo que ocurre no ayuda: o bien el recién llegado va y regaña a los niños aún más exageradamente, y entonces el otro le dice, 'bueno, no te pases, que no era para tanto'. O si quita hierro, la otra persona pensará que no le importa lo más mínimo y que no le tiene en cuenta».
Así que, aunque el asunto parezca un callejón sin salida, «la clave está en el modo en que actuamos cuando nuestra pareja entra por la puerta».
La solución está en el momento de llegar a casa
Para que el asunto no empeore, Diana Jiménez, que imparte cursos online de disciplina positiva para padres de niños y adolescentes, aconseja que, «en lugar de ir inmediatamente a contarle lo que ha pasado, vamos a darle el tiempo suficiente para que entre y conecte con la familia, se ponga cómodo y pueda hacerse cargo de las rutinas de la casa. De esta forma, no contaminamos más el ambiente ni a la persona que acaba de llegar, y que también tiene una historia detrás y no sabemos cómo fue su día». Un detalle no menor, porque «eso también va a condicionar su respuesta a lo que le contemos».
Además, la psicóloga recuerda que «si la persona que está en casa se permite un tiempo para sí misma —por ejemplo, apartándose a una habitación en soledad durante unos minutos—, volverá a sentirse calmada, segura y podrá reaccionar de mejor manera».
Tras dar la información de manera gradual, sin prisas y sin ataques personales ni faltas de respeto, los padres podrán encontrar de forma conjunta la mejor respuesta para cada caso concreto. Sin olvidar que el modo de reaccionar ante una pelea, «nos guste o no, lo aprenden nuestros hijos».
Porque, como remata Diana Jiménez, «si les servimos de modelo sobre cómo responder ante un conflicto, les estamos dando herramientas para que luego ellos puedan aplicarlas en su día a día, con sus iguales y con otros adultos».