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Dos niñas hablando antes de dormirPexels

Por qué no es bueno para la salud dejar que tu hijo se acueste tarde, según Harvard

Cuando llega la madrugada y un niño sigue despierto, se explica en el estudio, aumenta la tendencia a que se comporte de manera impulsiva

Los niños en edad escolar, entre los 6 y los 12 años, deberían dormir entre nueve y doce horas cada noche. El sueño permite que su cuerpo se prepare para el día siguiente y el cerebro almacene y clasifique todo lo que ha aprendido en la jornada. Los pediatras y las asociaciones médicas de todo el mundo no se cansan de repetir lo importante que desde pequeños se adquieran hábitos saludables de descanso.

En esta misma línea, una reciente investigación de Harvard ha desvelado cómo afecta al cerebro permanecer despierto hasta la madrugada. Entre sus conclusiones ponen de manifiesto también el considerable papel de respetar los ciclos naturales de sueño, ya que después de la medianoche, el órgano más importante del cuerpo comienza a trabajar de forma distinta a como lo ha hecho el resto del día y también cambia la manera de procesar la información y los estímulos externos.

La mente tras la medianoche

El proyecto, que ha sido bautizado Mind after midnight (la mente tras la medianoche), ha desvelado que después de las doce las emociones negativas cobran un mayor protagonismo. Ello puede provocar que tanto menores como adultos se sientan más irritados, ansiosos o incluso tristes. Además, la alteración del sueño en los niños puede provocar un empeoramiento de su bienestar emocional y su capacidad de tomar decisiones.

Cuando llega la madrugada y un niño sigue despierto, se explica en el estudio, aumenta la tendencia a que se comporte de manera impulsiva y reaccione de forma exagerada a situaciones del día a día. Ello puede llegar afectar también, además de a su estado de ánimo, a su comportamiento y su rendimiento en el colegio. Entre los problemas que acarrearía que un niño no duerma las suficientes horas citan la falta de concentración, una peor memoria o incluyo una mayor probabilidad de sufrir enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico, cuando este se encuentra debilitado.

Según los autores de Mind after midnight, el cerebro humano no está programado para seguir trabajando por la noche. Una de las investigadoras del departamento de neurología de Harvard, Elizabeth B. Klerman, explica alterar esta función y hacer que este órgano permanezca activo genera una distorsión en la manera en que se procesan las emociones y aumenta el riesgo de una persona se vuelva más impulsiva y tenga dificultades emocionales a largo plazo.