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Dos hermanos peleando por un oso de peluchePexels

El orden de nacimiento de los hijos influye en el riesgo de sufrir ansiedad y depresión, según un estudio

El equipo de Epic Research ha analizado los datos de 182.477 niños nacidos entre 2009 y 2016 en Estados Unidos

distintas investigaciones han abordado el efecto del orden de nacimiento en la personalidad de los hermanos y el coeficiente intelectual. Así, el mayor suele ser más responsable y perfeccionista y el pequeño, optimista y rebelde. Un estudio reciente ha desvelado que este efecto puede también ampliarse a la salud mental. Así, de acuerdo con el informe publicado en Epic Research, ser el mayor, el mediano, el pequeño o incluso ser hijo único podría ser un indicador de la posibilidad de sufrir ansiedad o depresión en la infancia.

Con los resultados de este análisis, el equipo ha concluido que los primogénitos tienen un 48 % más de probabilidades de que se le diagnostique ansiedad a los ocho años de edad, en comparación con los hijos que nacen en segundo o tercer lugar. El dato es similar para los hijos únicos, que según sus observaciones tuvieron un 42 % de probabilidad de sufrir este trastorno emocional.

Comparados con otros niños, los pequeños que no tienen hermanos tienen mayor predisposición a padecer depresión, concretamente un 38 % más. De nuevo, los hijos nacidos en primer lugar son los que mayor probabilidad tendrían de ser diagnosticados psiquiátricamente (35 %), por encima de sus hermanos menores.

Para obtener estos datos, el equipo de Epic Research ha analizado los datos de 182.477 niños nacidos entre 2009 y 2016 en Estados Unidos. Sus resultados no dejan de ser probabilidades, pero los autores aconsejan también cuidar la salud mental de los niños.

La teoría del orden de nacimiento nació en 1923, cuando el psicoterapeuta austríaco Alfred W. Adler clasificó la personalidad de las personas según el orden de llegada a su hogar. El padre de la psicología individual observó que ser hermano mayor o menor tiene una influencia decisiva en cada hijo. Esta fórmula dicta que ocupar cierto lugar entre los hermanos y en la familia contribuye a desarrollar una determinada relación con los padres y los otros hijos, algo que marca a la persona de por vida.

Ser el primogénito, hijo único o el quinto niño de la familia es decisivo en cuanto a las actitudes que sus progenitores tienen con ellos y por ello se crean unas distintas condiciones que actúan en la formación de la personalidad. La teoría de Adler sugiere que la percepción de cada hijo de su posición en la familia determina la manera en que se relaciona con el mundo cuando es adulto.