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La siesta nórdica ha ganado popularidad gracias a las redes socialesEl Debate

La siesta nórdica, la curiosa costumbre de que los bebés duerman a bajo cero en los países árticos

Abrigados con ropa térmica y protegidos de la nieve o la lluvia, los pequeños descansan en el exterior ante la creencia de que así duermen mejor y durante más tiempo que en un entorno cerrado

Si uno pasea por Oslo, Helsinki o Copenhague, incluso en los días más fríos, no es extraño ver carritos de bebé aparcados en la calle. Los padres, desde el interior de los comercios o las viviendas, vigilan desde la ventana a sus hijos, que duermen plácidamente a temperaturas bajo cero. Esta práctica es la llamada siesta nórdica, muy extendida en los países más cercanos al ártico.

Abrigados con ropa térmica y protegidos de la nieve o la lluvia, los pequeños descansan en el exterior ante la creencia de que así duermen mejor y durante más tiempo que en un entorno cerrado. Por otro lado, esta práctica también fomenta que los niños se acostumbren al frío del invierno en los países nórdicos.

La siesta a temperaturas bajo cero ha pasado de generación en generación desde hace décadas, pero también se lleva a cabo en guarderías y escuelas infantiles. Distintos investigadores y médicos han estudiado este fenómeno y al analizar a los niños que han crecido durmiendo en la calle observaron que habían contraído menos enfermedades infeccionas y que tomaban siestas más profundas.

No obstante, no está exenta de riesgos, sobre todo si el niño no está lo suficientemente abrigado en invierno ni protegido del sol en verano. En la primera estación se corre el peligro de que padezca hipotermia, y más adelante, en los meses estivales, podría sufrir quemaduras por el sol o agotamiento por calor.

Para minimizar las posibles contingencias, muchos padres optan por medidas de seguridad como la ropa térmica y la utilización de carritos diseñados para proteger al bebé de las inclemencias del tiempo, ya sea el viento, la nieve o el sol. En los cochecitos también es habitual ver instaladas cámaras de seguridad, como las que vigilan las cunas por la noche, para que los padres se aseguren en todo momento de que sus hijos disfrutan de un sueño reparador aun a -3 grados de temperatura.