
Miguel Ángel Martínez-González, durante su entrevista en El Debate
Entrevista catedrático de Salud Pública Miguel Ángel Martínez-González: «Los móviles están reduciendo el coeficiente intelectual medio»
Este profesor de la Universidad de Navarra acaba de publicar su último libro, en el que expone un esclarecedor decálogo para que los padres aprendan a gestionar el tiempo de pantallas en casa
Doce son todas las soluciones que el catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra, Miguel Ángel Martínez-González, propone para superar los retos que suponen las pantallas para las más jóvenes generaciones.
Este es el título de su nuevo libro–12 soluciones para superar los retos de las pantallas (Ed. Planeta)–, en el que va desgranando este corto pero revelador decálogo dedicado a todos los padres que quieran devolver a sus hijos una infancia como la que ellos tuvieron, sin dispositivos; o por lo menos para minimizar su impacto en el hogar.

El doctor defiende que no se debe dar un móvil propio a un hijo hasta los 18 años
–Recuerda en su libro que los jóvenes españoles pasan más de una hora y media al día con el móvil delante de la cara. Esta cifra, ¿ha ido creciendo o disminuyendo en los últimos años?
–Todo apunta a que está creciendo por los estudios que se están haciendo, que está creciendo. TikTok empezó poco a poco y ha ido copando mucho más tiempo que otras redes sociales. Claramente es una mala noticia. Hay países como la India que han prohibido TikTok porque es el que más engancha, el que más adicción produce a las pantallas y porque tiene unos algoritmos que son realmente perversos para no dejar un minuto libre a los chicos y chicas que lo están utilizando. Y creo que efectivamente es un motivo para elevar una alerta de salud pública el que estamos teniendo ese desgraciado récord de ser los peores en estudios comparativos. Hombre, no incluye en todos los países, pero incluyen países de nuestro entorno y España es la que sale peor parada.– ¿Cuáles son las consecuencias del consumo abusivo, no solo de redes sociales, sino de internet y pantallas en general? ¿Se han visto ya todas las consecuencias y problemas que puede acarrear en los más jóvenes?
–Este tipo de plataformas son adictivas y los daños se reflejan, por una parte, en los problemas de salud mental. Por otra parte, en toda la esfera afectiva, sentimental, sexual, romántica, por otra parte, en la inteligencia. Está reduciendo la inteligencia media de la humanidad, el estar enganchado a todas estas industrias, estas plataformas, estas redes de ocio, entretenimiento, pasatiempos, memes, videojuegos, etcétera, que producen una fascinación pasiva pero no ejercitan la inteligencia de manera activa. En los estudios que están publicando y que vamos leyendo, notamos que hay un retroceso del coeficiente intelectual medio de la humanidad. A esto se le ha llamado ‘efecto Flynn negativo’ y está ya publicado en revistas médicas.
Podríamos detallar todos los problemas de salud mental. Las causas de mortalidad, como el suicidio, ha ido tomando preponderancia, aunque no se declaran todos los suicidios consumados, está estigmatizado, algunos se enmascaran como accidentes o intoxicaciones, sobredosis, pero son sobredosis porque querían suicidarse. Está todo el tema de la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos del sueño, los déficits de atención, las autolesiones. No conozco ningún psiquiatra que no esté asustado de lo que está viendo.

Portada del último libro del doctor Miguel Ángel Martínez-González
–Muchos padres tienen la sensación de que a sus hijos se los han secuestrado, que llegan a casa y están absolutamente al margen de todo lo que sucede. Están separados de su entorno familiar porque están absolutamente capturados por el cuadrilátero de metal. Y después está todo el tema del bullying y el acoso escolar, que antes se limitaba a la escuela y ahora sigue por la noche porque tienen teléfonos móviles, sigue todo el día.
El argumento que más utilizan los padres para dar el teléfono móvil prematuramente e imprudentemente a sus hijos es «porque lo hacen los demás». Es un argumento realmente muy pobre desde el punto de vista intelectual. Hay que pensar qué es lo mejor para la salud mental y física de mi hijo, qué es lo mejor para su felicidad, qué es lo mejor para su futuro. No lo que hacen los demás, sino lo que es mejor de acuerdo con la mejor evidencia científica.
–Otro dato muy actual, este del INE, es que el 70 % de los niños tienen un móvil a los 12 años. ¿Es demasiado pronto, demasiado tarde? ¿A qué edad aconsejaría usted que los padres entregaran un móvil propio a un hijo?
–Es demasiado prontísimo. Su corteza prefrontal no está preparada. ¿Le dejarías un coche a un chaval de 12 años para que se metiera en una carretera que está llena de locos al volante, algunos que van en dirección contraria a la autopista? Pues es que en Internet hay mucha gente que va en dirección contraria a la autopista de Internet. Entonces es una imprudencia descomunal. A pesar de todo esto, no soy pesimista. Me alegra ver que lo que más ha crecido en ventas de teléfonos este año han sido los teléfonos tontos. Siempre he dicho los padres inteligentes son los que dan teléfonos tontos a sus hijos. Incluso para este teléfono tonto habría que esperar hasta los 16 años. No pasa nada por retrasar el móvil. No hay ningún estudio solvente donde diga que por retrasar el teléfono móvil se le hace algún daño, que el niño se quede aislado, es un paria social. Todo esto es una leyenda urbana que ha sido promovida por los que se lucran haciendo este tipo de negocios. Y, sin embargo, hay multitud de estudios que te muestran la relación y cada vez más convincentes con evidencia causal de la correlación, la evidencia causal de que la exposición prematura a pantallas causa graves daños a la salud mental.
¿Lo primero que haces cuando te levantas por la mañana es mirar la pantalla del móvil? AdictoCatedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra
–De los 12 consejos que expone en su nuevo libro, ¿cuál cree que va a sorprender más a los padres, por sencillo o al contrario, por difícil de aplicar?
–Cajas de bloqueo o lo que se llama el parking de móviles puede sorprender a muchos, pero es muy eficaz. También el toque de queda por la noche: tener una hora a partir de la que no se usan dispositivos digitales. Creo que esto va a sorprender. Pero todo está explicado. Las cajas de bloqueo ahora mismo se compran por Internet, puedes dejar el teléfono cargando dentro y poner un temporizador. No puedes abrirlo hasta que no ha pasado ese tiempo en el que te proteges a ti mismo. Solo hay que comprar un despertador y te proteges de tener el móvil toda la noche en la mesilla. Sucede con todas las adicciones, en las escalas de medición: si lo primero que haces cuando te levantas es tomarte una copa, adicto. Para el tabaco: ¿lo primero que haces cuando te levantas por la mañana es fumar un cigarro? Adicto. ¿Lo primero que haces cuando te levantas por la mañana es mirar la pantalla del móvil? Adicto.
–¿Cuáles son algunas de estas consecuencias de las que menos se habla?
– Quizás lo de la inteligencia. Todavía sigue habiendo gente que cree que con los dispositivos digitales se iba a enseñar mejor, que tenían más aplicaciones para la docencia, porque inicialmente se creía eso y tenían buena voluntad. De lo que no se habla es que estos dispositivos digitales tan extendidos y con tanta fascinación pasiva están reduciendo la inteligencia media de la humanidad. No son solo armas de destrucción masiva, son armas de entontecimiento masivo. Hay estudios de cientos de miles de personas en los que se ve que a lo largo de los años se está reduciendo el coeficiente intelectual medio, esto es un grave motivo de preocupación y lo vemos todos los días. Libros como Los cinco de Enid Blyton ahora se tienen que escribir con lenguaje completamente romo, sin ninguna palabra elegante ni un poquito elevada. Han tenido que traducirlo del español al español para que los chavales lo puedan entender. Con 16 años me sabía hasta 50 números de teléfono y ahora lo fiamos todo. Delegamos tanto en los aparatitos que no ejercitamos la perseverancia, el sacrificio, vencer la pereza para aprenderte una cosa de memoria o hacer una cuenta de cabeza.