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«Mamá, he visto porno, ¿qué hago?»: los 5 pasos que protegen a los niños de la pornografía
El libro «Imágenes buenas, imágenes malas» ofrece una guía esencial para que los niños –y sus padres– aprendan a identificar y combatir la pornografía, protegiendo su cerebro y su futuro
El teléfono sonó y, al otro lado de la línea, una madre desesperada rompió a llorar. Su hijo adolescente, atrapado en la adicción al porno, se había convertido en una persona irreconocible. Aquella llamada marcó un antes y un después para Kristen A. Jenson, experta en comunicación, que decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Con la ayuda de la doctora Gail Poyner, psicoterapeuta especializada en adicciones, y basándose en estudios de neurociencia, psicología y pedagogía, escribió Imágenes buenas, imágenes malas (Glen Cove Press, 2016), un manual pensado para que los niños de 6 a 10 años tengan herramientas reales para enfrentarse a la pornografía y protegerse de sus efectos.
Riesgos «sin precedentes»
La avalancha de contenido pornográfico en internet plantea riesgos «sin precedentes» para niños y adultos, y las autoras advierten que «los filtros de internet son importantes, pero no bastan». Entre otras cosas, porque muchos de estos filtros son de pago o no resultan eficaces por tener que restringir web por web aquellos sites XXX, en un océano infinito de contenido pornográfico.
La razón es simple: el cerebro infantil es mucho más vulnerable a estas imágenes y sus efectos son mucho más perniciosos. Jenson y Poyner explican que el cerebro de los niños «está diseñado para imitar lo que ve y cuenta con menor control», de modo que la exposición a la pornografía o a contenidos altamente eróticos (como muchas cuentas «legales» de TikTok e Instagram) «altera las vías neuronales y desencadena una adicción que, en muchos casos, es más difícil de superar que la drogodependencia».
De hecho, incluso en los muchos casos de consumo frecuente, pero sin llegar a la adicción, el porno crea «actitudes sexuales insalubres» que afectan profundamente a las relaciones humanas y a la visión del otro. Algo que les lastrará también en el futuro.
Proteger, no solo prohibir
El libro no solo analiza los peligros de la pornografía desde el punto de vista neurológico, sino que ofrece estrategias concretas para que los niños construyan sus propios filtros internos y puedan protegerse del bombardeo de imágenes dañinas. «No se trata solo de prohibir, sino de enseñarles a resistir», subrayan las autoras.
Así, con dibujos agradables, y un lenguaje claro y adaptado a los niños, a modo de cuento, el libro ayuda a los padres a explicar cómo funciona el cerebro, qué es el porno, por qué es perjudicial y cómo minimizar su impacto cuando se encuentren con él.
Uno de los puntos clave del libro es el método PUEDO, una estrategia en cinco pasos que permite a los niños actuar de inmediato cuando se ven expuestos a imágenes inapropiadas.
Los 5 pasos del método PUEDO
- 1. Parar de mirar
En sólo unos segundos, una imagen pornográfica se fija en la memoria y despierta el deseo de más. Por eso, Jenson y Poyner recomiendan a los niños que, si un amigo o un familiar les muestra contenido pornográfico –o lo ven por accidente– cierren los ojos y se alejen de inmediato.
Si la imagen aparece en un móvil o tablet, lo mejor es cerrar o apagar el dispositivo sin mirar la pantalla, ya que en estas webs los iconos de cierre suelen ser falsos y redirigen a sitios aún más peligrosos.
- 2. Un adulto de confianza
«El secreto es el aliado de la pornografía», advierten las autoras. Mantener en secreto que han visto una imagen inapropiada solo aumenta su impacto negativo. La recomendación es clara: siempre deben contárselo a un adulto de confianza.
Para los niños que tienen dificultades para hablar del tema, Jenson sugiere escribirlo en una nota y entregársela a sus padres: «Mamá, hoy he visto una imagen que…».
- 3. Etiqueta lo visto
Uno de los ejercicios más eficaces es poner nombre a la imagen en voz baja: «¡Eso es pornografía!». Esta técnica ayuda al cerebro a clasificar la información y a rechazarla de forma consciente.
- 4. Distraerse
Si la imagen les molesta o les asalta en la imaginación, lo mejor es cambiar el enfoque de inmediato. Realizar una actividad positiva, como jugar, leer, iniciar una conversación o montar en bicicleta ayuda a desviar la atención y a fortalecer la parte del cerebro responsable del autocontrol y la toma de decisiones.
- 5. Ordena al «cerebro de pensar» que mande
Apoyándose en estudios de neurociencia, el libro explica el funcionamiento de «los dos cerebros»: el «cerebro de sentir», impulsivo y emocional, y el «cerebro de pensar», racional y reflexivo.
El objetivo es que los niños aprendan a tomar el control de sus impulsos. Una técnica recomendada es que el niño repita en su mente: «Cerebro de sentir, puede que sientas curiosidad por ver más imágenes malas, pero elijo mi cerebro de pensar para permanecer libre».
Con esta estrategia, los niños refuerzan su capacidad de autocontrol y toma de decisiones inteligentes, y desarrollan una auténtica resistencia mental frente a la pornografía. Porque no basta con decirles «no mires eso»: hay que enseñarles cómo protegerse, cómo resistir y, sobre todo, cómo elegir la libertad.