El carácter de Ernesto de Hannover pone en peligro su relación con Claudia Stilianopoulos

Parecía que el todavía marido de Carolina de Mónaco se estaba alejando de las polémicas con las que se le ha relacionado en los últimos años. Ernesto de Hannover ponía tierra de por medio tras la condena por agresión verbal y física en estado de ebriedad y comenzaba a buscar residencia definitiva en Madrid para estar más cerca de su hijo Christian, sus nietos y su nueva ilusión amorosa, Claudia Stilianopoulos.

Días después de protagonizar una acalorada discusión con la hija de Pitita Ridruejo, el Príncipe alemán daba muestras de su mal carácter con su hijo, a quien citó en un conocido restaurante de la capital. Parecía ser un encuentro padre e hijo de lo más distendido, pero lo cierto es que, en un momento de la conversación, el ambiente se caldeó hasta el punto de que Ernesto le alzó la voz a Christian al no estar de acuerdo con lo que este opinaba.

Pocos días después se tomaban imágenes del comentado príncipe dando puñetazos en una mesa mientras discutía nuevamente en una terraza, esta vez con un amigo. Los continuos desplantes y desagravios diarios han provocado la reacción del entorno de la artista, que no ve con buenos ojos el fuerte carácter del alemán. Aseguran que tanto Claudia como su círculo cercano se está cansando de un comportamiento que consideran inadmisible.

Claudia especialmente está pasando por un momento delicado porque no está acostumbrada a los desaires y discusiones de Ernesto. De hecho, ella misma protagonizó una en plena calle que la dejó profundamente afectada. Una fuente cercana a la familia Stilianopoulos ha declarado que ya le han pedido que termine su relación con él para evitar situaciones incómodas futuras.

Pese a ser considerado fuente de conflictos, Ernesto de Hannover continúa con su vida diaria, caracterizada por los muchos momentos que comparte con Christian, Sassa de Osma y los hijos de estos: los mellizos Nicolás y Sofía. Hace unas semanas todos disfrutaron de una espléndida jornada en el madrileño parque del Retiro. El Príncipe alemán se divirtió montando en patinete y cuidando de sus nietos, a los que mostró su faceta más cariñosa.