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Sissi, la influencer del siglo XIX

Una nueva serie sobre la vida de la emperatriz de Austria refleja su influyente guardarropa y estilo de vida

Netflix apuesta por una miniserie sobre la vida de Isabel de Baviera, la emperatriz austriaca que marcó el fin del siglo XIX y que hizo famosa a Romy Schneider interpretándola para el cine. Las manías, el estilo y las excentricidades de la emperatriz, la convirtieron en una influencer de su época.

Sissi, inicialmente la princesa Isabel de Baviera, nació en Múnich, hija del duque de Baviera y de la princesa Ludovica, hija a su vez del rey de Baviera. Al casarse con su primo hermano en 1854, se convirtió en emperatriz de Austria y consorte de Francisco Jose I.

Fotografía de la coronación, por Emil Rabending

Algunos de sus estilismos más famosos aparecieron en las películas del director austriaco Ernst Marischka de 1955. Sissi, emperatriz entre 1854 y 1898, murió en Suiza tras el ataque de un anarquista italiano, lideró el mundo de la moda en su época. Si bien no era tan guapa como se ha dicho, y mucho menos que su hermana Nené, Sissi era alta para la época, 1,72 metros, y tenía gracia natural.

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Facetas de la emperatriz

  1. Clienta de los máximos exponentes de la Alta Costura parisina. Como otras royals de la época, tal y como fue el caso de Eugenia de Montijo, Isabel de Austria se convirtió en una de las mejores clientas de Charles Frederick Worth, el británico que había fundado los principios de la couture parisina en París en 1852. Fue con Worth cuando el dictado de la moda pasó de las reinas y princesas a los modistos, por lo tanto algo pionero en el momento.
  2. El escote «Bardot». Puso de moda el ahora llamado escote «Bardot», una suerte de escote de barco bajo que no cubre los hombros y que tanto popularizó la actriz francesa en los años 50 y 60. Para la época, se trataba de un escote osado y poco visto.
  3. Su delgadez. Aparentemente anoréxica según se cuenta, Sissi tomaba proteínas en exceso, siguiendo algo que actualmente llamamos la «dieta paleo» o cetogénica. Se supone que para acompañar sus limitadas raciones de carne, mandaba elaborar un caldo con ellas que tomaba a lo largo de todo el día. La delgadez, hasta entonces vista como una tara de los menos favorecidos más que como una ventaja, se puso de moda en su Imperio. Con todo y con ello, tardaba entorno a una hora en «meterse» en sus corsés extremos.
  4. Obsesión con su cabello. Como si de una loca de la peluquería actual se tratase, Isabel de Austria se ocupaba permanentemente de su pelo. Ungüentos, lociones, sesiones diarias de tres horas de peinado y recargados apliques de perlas y pedrería, se ocupaban que su larguísima melena - se dice que le llegaba a la cadera- luciera resplandeciente.
  5. Vestidos con pedrería y dibujos. Uno de sus vestidos más conocidos fue el de la ceremonia de coronación como reina de Hungría y Bohemia en 1867, en terciopelo blanco -su color favorito- con apliques dorados, obra de Worth. En otras ocasiones, las perlas, las estrellas y los dibujos de flores pintados a mano decoraban sus majestuosos atuendos.
  6. Vigorexia. Amante de los viajes y de la naturaleza, algo muy moderno en aquel momento, Sissi tenía un enorme afán por mantenerse en forma. Hacía ejercicio varias veces al día, andaba durante horas, montaba a caballo e incluso llevaba en sus viajes aparatos gimnásticos para no perder la rutina. Puso de moda los cuerpos esbeltos y tonificados en las féminas.
  7. Joyero Imperial. La emperatriz, si bien era natural y deportista, era también muy aficionada a las joyas, de las que poseía una envidiable colección. Le gustaba llevar coronas y tiaras de gran valor, así como detalles de orfebrería para decorar su pelo, como las dos docenas de estrellas de perlas y diamantes que encargó a los joyeros vieneses Köchert y Pioté. La miniserie de Netflix reflejará a buen seguro muchos de estos detalles, que hicieron de Sissi una de las influencers del siglo XIX en el mundo.

La emperatriz con un vestido de gala cortesano de Franz Xaver Winterhalter, en 1865 (Sisi Museum-Hofburg Wien).El Debate

Romy Schneider, en la película que la hizo famosa a nivel internacional