Gente
El auténtico sueño americano de los Obama
Barack y Michelle han creado un imperio a golpe de talonario, conferencias, inversiones inmobiliarias y acuerdos con Netflix o Spotify
Escapadas navideñas a Hawái, proyectos millonarios con Netflix, documentales premiados en los Oscar… Desde que abandonaron la Casa Blanca, los Obama han sabido rentabilizar su marca y demuestran que todo lo que tocan se convierte en oro. Cuando llegaron al 1.600 de la Avenida Pensilvania en Washington, el matrimonio tenía amasada una fortuna de un millón de dólares conseguida por la venta de varios libros sobre las memorias del entonces senador por Illinois y su mujer, una exitosa abogada de la ciudad.
Claro que la popularidad se disparó cuando, tras ocho años en el cargo, comenzaron a sacar partido del negocio. Las cifras de estos primeros proyectos editoriales fueron irrisorios cuando Michelle publicó en noviembre de 2018 el libro Becoming, que superó en récords a Cincuenta sombras de Grey, el más vendido hasta el momento. Aunque parecía difícil alcanzar los 725.000 ejemplares en 24 horas que esta consiguió, su marido, el ya expresidente, logró llegar a las 887.000 copias vendidas en el mismo plazo de tiempo con la publicación del primer tomo de sus memorias: Una tierra prometida.
Aunque la comisión recibida ya es reseñable, no se puede comparar con el avance de 65 millones de dólares que recibieron de la editorial por decidirse a escribir sus biografías. Por si este contrato fuera poco, su popularidad y credibilidad es tal que les pagan por las conferencias ofrecidas. Barack cobra 700.000 dólares por cada una de ellas, aunque su mujer llegó a pedir un millón cuando las ventas de su libro estaban en pleno apogeo.
Con todo ello, esa pequeña fortuna de millón de dólares que tenían cuando nombraron al hawaiano presidente ha subido hasta los 140 millones, según una estimación de GoBakingRates. Algo que han conseguido también gracias a sus acuerdos millonarios con Spotify y Netflix. Con el primero firmaron un contrato para llevar a cabo un podcast –preanunciando el que después firmarían también los duques de Sussex– y con el segundo lograron 50 millones de dólares para producir películas y documentales.
De hecho, en 2018, crearon la productora de contenidos audiovisuales Higher Ground con la que anunciaron cuatro películas y dos series de televisión. «Creamos Higher Ground para contar grandes historias. Desde la ciencia ficción hasta la belleza del mundo natural o las relaciones que nos definen, Higher Ground continúa esforzándose por dar con nuevas perspectivas, personajes convincentes e inspirar», aseguraron Barack y Michelle Obama en un comunicado.
Teniendo en cuenta cómo han conseguido ampliar sus horizontes, su estilo de vida también se ha ido adaptando a las circunstancias. Desde que cedieron el testigo a Donald y Melania Trump, se hicieron una mansión en el exclusivo barrio de Kalorama en Washington D.C., donde se mudaron al abandonar la Casa Blanca en 2017 y que vendieron poco después por más de ocho millones de dólares. Podrían sonar a poco si tenemos en cuenta que pagaron doce millones por una espectacular residencia de verano en una de las zonas más exclusivas de la costa este americana, Martha’s Vineyard.
Y eso que ambos procedían de familias trabajadoras y de clase media del sur de Chicago, la zona más pobre de la ciudad. Cuando se conocieron en 1989, él tenía 28 años y ella, 25. El expresidente fue contratado en un despacho de abogados, donde ella era su tutora. Meses después comenzaron a salir y tres años más tarde se casaron. Por aquel entonces, tal y como relata Obama en su libro, «los saldos de nuestras tarjetas de crédito crecieron y teníamos pocos ahorros», algo que no cambió ni siquiera cuando fue elegido senador en 2004, ya que aún seguían pagando los créditos universitarios de su educación en Columbia y Princeton.
Décadas después, forman parte del selecto círculo de millonarios como Richard Branson, Oprah Winfrey, Tom Hanks, George Clooney o Bruce Springsteen, con quienes se van de vacaciones. «Amo la vida que estoy teniendo ahora mismo», llegó a decir Michelle. Y parece que es algo que podría pronunciar, en realidad, cualquier miembro de la familia, ya que sus hijas, Malia y Sasha, están disfrutando los frutos de haber pasado su infancia de cara a la opinión pública.
A sus 23 y 20 años, respectivamente, quisieron alejarse del escrutinio público en cuanto su padre dejó el mandato, hace cinco años. Coincidió precisamente con la mayoría de edad de Malia, que decidió tomarse un gap year, el clásico año sabático americano, para experimentar y decidir cuál iba a ser el rumbo que tomara su vida. En ese tiempo viajó, se matriculó en Harvard y trabajó como asistente en los rodajes de The Weinstein Company.
Tras graduarse este mismo año, se ha mudado a California y ha conseguido un trabajo como guionista de un nuevo proyecto para la plataforma Amazon Prime Video encabezado por Donald Glover (Childish Gambino). Además, desde 2017, sale con Rory Farquharson, hijo de banqueros de inversión británicos.
Por su parte, su hermana pequeña, Sasha, comenzó a estudiar en la Universidad de Michigan, aunque recientemente se ha trasladado a la Universidad del Sur de California. Activa en redes sociales, se mostró al mundo bailando canciones en TikTok, que no tardaron en desaparecer, y no dudó en acudir a las manifestaciones para protestar en contra de la brutalidad policial hacia George Floyd en mayo de 2020.