Del podio olímpico a una celda pasando por la Casa Real: la jugada imperfecta de Iñaki Urdangarin
El que fuera marido de la Infanta Cristina pasó de conquistar el mundo del deporte y tocar el cielo con sus negocios al ostracismo total
Cuando Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina hicieron público su noviazgo y posterior compromiso, el entonces joven jugador de balonmano del Barça parecía ser el hombre ideal para la hija de los Reyes de España. La pareja se había conocido en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, en pleno verano, y parece que, tras una cena en septiembre, en octubre lo suyo ya era un noviazgo incipiente.
En esa época Iñaki era un treintañero (nacido en el 68) que llevaba 10 años jugando con el equipo catalán y la relación pronto quedó consolidada. Pronto se publicó que, en realidad, el joven vasco estaba ya comprometido con Carmen Camí, su novia desde hacía al menos tres años. Pero en aquel momento pareció no importar y prueba de ello fue el «estamos encantados» con el que Don Juan Carlos y Doña Sofía describieron cómo se sentían al ser preguntados por la boda de su hija.
Un principio de cuento
El 4 de octubre de 1997 Iñaki Urdangarin pasó a ser, «sí, quiero» mediante, miembro de la Casa Real. Fue una boda de cuento y en entonces Rey les otorgó los títulos de duque y duquesa de Palma de Mallorca.
Los primeros años del matrimonio fueron sobre ruedas. Instalados en Barcelona, apenas unos días antes de su primer aniversario fueron padres de Juan Valentín, el primero de sus cuatro hijos. Iñaki compaginaba su carrera deportiva con formación universitaria, diplomándose en Empresariales y cursando varios Máster.
En el mes de mayo del año 2000 con la Infanta embarazada de Pablo, su segundo hijo, Iñaki se retira como jugador profesional de balonmano y lo hace con un espectacular palmarés a sus espaldas en el que acumula seis copas de Europa, diez ligas y dos medallas olímpicas con la Selección Española.
El duque de Palma se despedía así de su papel de deportista de élite. Siempre sonriente y cercano, Urdangarin era uno más entre los Borbón y Grecia, contando con la simpatía de sus suegros y cuñados. Un tipo sano, deportista y entregado a su mujer y su familia, que en 2002 sumaba con Miguel su tercer hijo.
Inicios empresariales y mudanza a Washington DC
En el año 2003 Iñaki se asocia con Diego Torres, quien había sido su profesor en dos Máster de ESADE, y juntos fundan el Instituto Noos. Una empresa inicialmente dedicada a la organización de eventos deportivos que, en propias palabras del entonces marido de la Infanta lo que hacía era asesorar «a empresas o a instituciones que realmente quieran alinear con su estrategia de negocio pues todo el dinero que dan a los temas de patrocinio, mecenazgo, responsabilidad social...».
Su papel de presidente en la empresa dura hasta 2006, año en el que es nombrado consejero de Telefónica Internacional en Barcelona. Un trabajo que le llevaría, tres años más tarde, a lo que con el tiempo algunos medios han considerado su primera etapa exiliado.
En 2009 los Duques de Palma se instalaron junto a sus cuatro hijos –Irene, la menor, nació en 2005– en Washington DC después de que Iñaki fuera trasladado a la ciudad norteamericana como presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica Latinoamérica y Estados Unidos.
El principio del fin
Todo parecía ir bien en la familia cuando, el 10 de noviembre de 2011 diversos medios de comunicación españoles publican que existe la posibilidad de que Iñaki Urdangarin sea imputado por desvío de dinero público desde el Instituto Noos.
Lejos de amainar los rumores comienzan a sonar cada vez con más fuerza y el nombre del yerno del Rey Juan Carlos acapara titulares a diario hasta el punto que, solo un mes después de la primera noticia y antes de que haya ningún movimiento judicial oficial, el 12 de diciembre de ese mismo año la Zarzuela hace un anuncio sin precedentes por el que aparta radicalmente al exdeportista de los actos oficiales de la Casa Real. Apenas dos meses antes, con motivo del Día de la Hispanidad, Iñaki estuvo presente en su último acto oficial como miembro de la Familia Real.
El 29 de diciembre de 2011 Iñaki Urdangarin es imputado por delitos de malversación, estafa, fraude a la Administración, prevaricación, falsesdad, delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales.
Alrededor de cinco años después, tras haber vuelto a vivir en España y una nueva mudanza familiar a Ginebra, e incontables declaraciones judiciales, acusaciones y recursos, en febrero de 2017 la Audiencia Provincial de Palma sentencia al cuñado del ya Rey Felipe VI a 6 años y 3 meses de prisión. Una decisión que el que fuera duque de la misma ciudad –título que le fue despojado en junio de 2015- recurrió y que finalmente quedó fijada en 5 años y 10 meses.
De la cárcel de Brieva a la de Zaballa pasando por Alcalá de Henares
El 17 de junio de 2018 Iñaki Urdangarin viajó de Ginebra a Madrid y al día siguiente ingresó en la cárcel de Brieva, de la que no saldría hasta septiembre de 2019, cuando comenzó su trabajo como voluntario en el Centro Don Orione. Unas salidas que pasaron de dos días a la semana a ser de lunes a viernes cuando, en diciembre de 2020 se le concedió la semilibertad. Algo que supuso también su traslado al Centro de Inserción Social de Alcalá de Henares (CIS) y el permiso para poder pasar fuera de prisión un fin de semana al mes.
Esta situación duró muy poco tiempo y hace solo un año, en enero de 2021, Iñaki obtuvo su ansiado tercer grado, por el cual solo tenía que acudir al CIS para dormir de lunes a jueves y los viernes, sábados y domingos podía disponer de su tiempo.
El 1 de marzo de ese mismo año y tras haber alegado arraigo familiar y la posibilidad de incorporarse a trabajar en un bufete de abogados de Vitoria, el todavía entonces marido de doña Cristina fue trasladado a la cárcel de Zaballa, en Álava, y tres días más tarde comenzó su etapa laboral en Imaz Abogados.
Vitoria, nueva vida y matrimonio interrumpido
Desde que comenzó a poder salir de las cárceles en las que estaba, Iñaki Urdangarin y la Infanta han sido vistos en distintas ocasiones. Solos o con sus hijos u otros miembros de la familia. Paseando de la mano, en la playa o apoyando los suyos en momentos importantes, la pareja seguía existiendo como tal a pesar de que, por un motivo que nunca ha llegado a trascender, Cristina y su hija Irene permanecen viviendo en Ginebra a pesar de que podían haberse trasladado a España para estar más cerca de Iñaki.
El pasado mes de octubre fue la última vez que el matrimonio estuvo junto ante la prensa. Fue en Barcelona, en el debut de su hijo Pablo como jugador del Barça de balonmano, y nada entonces hacía presagiar el huracán que giraría en torno a ellos apenas tres meses después.
El pasado 19 de enero la revista Lecturas revolucionaba mucho más que la crónica social de nuestro país. En su portada, un relajado Urdangarin paseaba de la mano de una rubia que nada tenía que ver con su mujer por las playas del País Vasco francés. En cuestión de horas se supo que ella era Ainhoa Armentia, compañera de trabajo del aún cuñado de Felipe VI, tan casada con su marido y padre de sus hijos como Iñaki lo estaba con Cristina.
Que llevan meses saliendo, que la Infanta lo sabía o no, que «son cosas que pasan» y un sinfín de datos más, llevan desde el pasado miércoles ocupando horas de televisión y protagonizando titulares en prensa digital y escrita. Telediarios, crónicas rosas y debates han analizado los gestos, los silencios y los movimientos de los tres protagonistas pero no ha sido hasta este lunes 24 de enero cuando, tras cinco días desaparecida a pesar de ser la mujer más buscada, la Infanta Cristina se ha pronunciado.
Ha sido a través de un escueto comunicado de prensa remitido a la agencia EFE como doña Cristina y su hasta ese momento marido, anunciaban al mundo su separación: «De común acuerdo, hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestros hijos permanece intacto. Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto a todos los que nos rodean. Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin».
Un punto de inflexión en la vida del de Zumárraga, que termina así con el vínculo que le seguía uniendo familiarmente a los Reyes, Don Felipe y Doña Letizia, y también en la de su ya exmujer. Quien por el contrario podría, con este gesto, comenzar a recuperar ese sitio que, si bien parece definitivamente perdido en la Institución, bien podrían haberle estado guardando en la familia.