Isabel II admite por primera vez que le cuesta moverse

La Reina Isabel II es humana. O no. Porque ha sido este miércoles, a sus 95 años (a punto de hacer los 96) cuando ha admitido por primera vez que tiene dificultades de movilidad. Mucho ha tardado en hacerlo. «Como pueden ver, no me puedo mover», le dijo al secretario de Servicios de Defensa, el general de división Eldon Millar, y a su predecesor el contraalmirante James Macleod, en su regreso a sus obligaciones reales después del parón que ha tenido por estar en contacto con su hijo el Príncipe Carlos dos días antes de dar positivo.

Sin perder la sonrisa durante el encuentro que ha tenido lugar en el castillo de Windsor, la Reina ha mostrado por primera vez en las siete décadas de servicio su agotamiento y fatiga. Volvía a desempolvar el bastón que usa en contadas ocasiones, más de las que le gustaría en estos últimos tiempos, para poder permanecer de pie.

Este síntoma de fragilidad de la Reina se produce en una semana difícil. Este martes salía a la luz el acuerdo extrajudicial al que había llegado su hijo el Príncipe Andrés con Virginia Giuffre para evitar que se celebre el juicio civil por abusos sexuales. Por olvidarse de este turbio asunto le abonará 14 millones de euros, que gran parte le dará su madre acudiendo a las arcas de su fortuna personal. Aún así muchos le afean este gesto.

Pero por si no tuviese suficiente con eso y con las memorias del Príncipe Harry que están en el horno y que prometen tambalear los cimientos de la Familia Real británica, un nuevo disgusto para ella. Esta vez de manos de su hijo el Príncipe Carlos, su heredero.

Scotland Yard está investigando su fundación por presuntamente aceptar donaciones a cambio de favorecer la concesión de títulos y honores, como así adelanta The Sunday Times. No es de extrañar que la Reina Isabel II se encuentra tan exhausta. Solo le dan disgustos.