La hermética vida privada de Putin: sus mujeres, amantes e hijos secretos

Se ha convertido en el hombre más buscado del momento después de su ataque a Ucrania y, sin embargo, es tan celoso de su intimidad que, pese a ser el político más poderoso de Rusia desde que llegase al Kremlin en 1999, ha mantenido su vida privada alejada del ojo público y no se conoce su vertiente familiar. Algo curioso ya que insiste en fotografiarse paseando semidesnudo por la naturaleza siberiana, bañándose en un lago helado o pescando sin camisa, pero es difícil encontrar una imagen con alguno de los miembros de su familia.

Apenas se sabe nada de sus hijas y menos aún de sus parejas, lo que ha llevado a que todo el mundo especule sobre su naturaleza romántica. Eso sí, siempre con cuidado, ya que tal y como explica la revista semanal británica The Spectator, especializada en política y cultura, «hasta la prensa de la oposición, que escribe regularmente sobre la corrupción en el círculo íntimo del presidente, es cautelosa a la hora de escribir sobre las mujeres de Putin». De hecho, algunos periodistas rusos han visto sus carreras amenazadas y, en algunos casos destruidas, al intentar informar sobre su vida.

Entre las pocas certezas que se conocen está su relación sentimental con Lyudmila Putina. Cuando se conocieron, en los años 80, ella era una exestudiante de filología hispánica y trabajaba como azafata en la compañía aérea PSJC Aeroflot y él, un funcionario del KGB, los servicios secretos rusos. «Comprendí que, si no me casaba en dos o tres años, nunca lo haría. Aunque, por supuesto, había adquirido la costumbre de llevar una vida de soltero. Lyudmila me cambió», explicó en su biografía oficial.

Se casaron en 1983 y tuvieron dos hijas, María y Katerina. Mientras la primera es una destacada científica que ha sido elegida para liderar un instituto de investigación sobre inteligencia artificial en la Universidad de Moscú y está casada con el alemán Jorrit Faassen, la segunda es bailarina acrobática, matemática y directora de una empresa de startups. Ninguna de las dos, en cambio, luce el apellido de su padre en su nombre. De hecho, María fue entrevistada por la televisión rusa hace unos años por su labor científica y no se presentó como hija del presidente ruso. Fue una de las pocas veces que se la ha podido ver en público, ya que nunca ha hablado públicamente de ellas.

En 2013, tres décadas después de su matrimonio, los Putin anunciaron su separación asegurando que prácticamente no se veían y que cada uno llevaba su vida. «Le estoy inmensamente agradecida por sostenerme económicamente», reconocía Lyudmila antes de desatar las especulaciones sobre su ingreso en un convento por haber desaparecido de la vida pública de un día para otro.

Antes incluso de que se diese a conocer la ruptura, ya existían rumores que relacionaban al Presidente con Alina Kabáyeva, una gimnasta ganadora de dos medallas olímpicas en 2002 y 2004 y que se retiró un año después cuando posó sin ropa para una conocida revista. Desde entonces, ha compaginado sus trabajos como modelo y actriz con ser diputada en el parlamento ruso entre 2007 y 2014, momento en el que anunció que se haría con la presidencia del consejo de administración del Grupo Mediático Nacional con un sueldo de 8 millones de euros anuales.

Lo que desató los rumores de romance fue que ambos aparecieron en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, donde ella era la portadora de la antorcha, con alianzas en sus dedos. Poco después, ella confirmó que estaba enamorada, pero nunca llegó a reconocer de quién.

Un famoso medio ruso apuntó que se conocieron en 2008 y que, fruto de la relación, nació una niña. Sin embargo, poco después de publicar las informaciones se vieron obligados a cerrar por supuestos problemas económicos. Al diario The Sun saber esto no le impidió publicar en 2018 que Kabáyeva estaba fuera del mapa debido a un nuevo embarazo, esta vez de gemelos.

Sergei Kanev, un periodista de investigación ruso, informó que dos semanas antes del nacimiento de los pequeños las fuerzas de inteligencia ocuparon el hospital donde iba a dar a luz y ocultaron cualquier tipo de filtración. Desde ese momento no se sabe nada de ella. «Putin ha estado escondiendo a sus dos hijas adultas bajo identidades falsas durante años. Si Alina dio a luz a sus hijos, su desaparición podría ser uno de los indicios más fuertes que apuntan a que se haya convertido en madre», explicaba.

Paralelamente a su relación con Kabáyeva, a Putin se le relacionó con una limpiadora de 47 años que respondía al nombre de Svetlana. Un documental orquestado por el principal opositor, Alexei Navalny, desveló que había pasado de una vida extremadamente simple a poseer una fortuna de 100 millones de dólares y varias participaciones accionariales en empresas afines a Putin como la de banca Rossiya o su resort de esquí favorito Igora. Además, cuando se filtraron los Papeles de Panamá se descubrió que Krivonogikh había comprado un lujoso apartamento en Montecarlo valorado en 4 millones de dólares a través de una empresa fantasma en el extranjero. De la supuesta hija, poco más se sabe aparte de que se llama Luiza Krivonogikh y que está a punto de cumplir la mayoría de edad.

Como era de esperar, Putin nunca ha hecho referencia a ninguna de estas suposiciones. La única declaración respecto a su vida privada se produjo en 2019 cuando aseguró que estaba dispuesto a volver a casarse. «Como una persona respetable tendré que hacerlo en algún momento», lo que desterraría la idea de que esté casado con Kabaeva, pero no destierra la posibilidad de su relación. Por ahora, sigue desaparecida.