El antes y después de Pedro Sánchez y Begoña Gómez: del láser al bótox, todos sus retoques estéticos

En comunicación política, una buena presencia ante la opinión pública es una de las herramientas de trabajo más persuasivas que existen. No es de extrañar, por tanto, que la mayoría de los políticos, una vez asumido su cargo, sufran una especie de metamorfosis tanto en su cara como en su forma de vestir. Sus asesores de imagen trabajan para ello a conciencia y el resultado, en ocasiones, es tan sutil como el que ha logrado Pedro Sánchez con el paso de los años.

Los estadounidenses ya se deshicieron en elogios hacia el presidente tildándole de Mr.Handsome y comparándole con Superman. Susana Díaz le apodó como «Pedro, el guapo» o el «George Clooney» de la política, y cuando Susanna Griso le preguntó en una entrevista si por ser «muy muy guapo» no le tomaban en serio, él contestó de forma modesta: «Yo solo soy guapo».

Con belleza natural o no, lo cierto es que pocos atribuyen al presidente el medio siglo que estrena –un cumpleaños, por cierto, que solo ha podido cumplir unas pocas veces, ya que nació un 29 de febrero–. Su 1,90 de estatura o esa sonrisa estudiada podrían justificar esa fama de atractivo, pero los pequeños retoques estéticos que se ha hecho desde que llegase a la Moncloa también, a pesar de que esta nunca ha respondido a los rumores. Aunque casi inapreciables, se ha sometido a sutiles cambios desde que fue elegido por primera vez secretario general del PSOE.

Su principal problema eran las cicatrices del acné. Para mejorarlas, se habría puesto en contacto a través de su mujer con el doctor experto en cirugía plástica Pedro Jaén. Fue el mismo que llevó a cabo la progresiva transformación de la Reina Letizia o de Esther Doña, viuda del Marqués de Griñón y actual pareja de Santiago Pedraz.

El Presidente habría recurrido al láser CO2 para mejorar sus pronunciadas marcas y conseguir un aspecto mucho más liso y luminoso. Utilizado como una radiofrecuencia muy novedosa, este láser permite regenerar y estimular la piel dañada sin tener que pasar por una hospitalización.

Claro que este resurfacing es mucho más efectivo si se complementa con pinchazos de bótox, ácido hialurónico y vitaminas en zonas como las patas de gallo, el entrecejo o la frente. El objetivo es generar el colágeno y la elastina que pierde la piel con el paso de los años, consiguiendo un resultado rejuvenecedor mucho más duradero y claramente visible.

El otro gran cambio es su color de pelo. Parece lucir una melena natural en cuanto a densidad, por lo que no se habría sometido a ningún injerto capilar. Eso sí, ha recurrido a una coloración de barros, una técnica que aporta brillo y que, a diferencia de los tintes convencionales, no utilizan coloraciones químicas por oxidación con amoniaco, sino que son 100% orgánicas de activos botánicos.

Estos permiten mejorar la fibra capilar ocultando el color característico de la cana, aportando hidratación extra y sin alterar el cuero cabelludo. De esta forma, no se ocasiona ningún tipo de agresión al cabello y se consigue el principal objetivo: ocultar las canas. ¿El inconveniente? Que no dura tanto como un tinte al uso, lo que explicaría el cambio en el tono de pelo de Pedro Sánchez en cuestión de pocos días.

El antes y después de Begoña Sánchez

El principal objetivo de su mujer Begoña ha sido suavizar la dureza de sus facciones, que ha conseguido gracias a la combinación de varios cambios. Un corte de pelo con un rubio más natural sin capas ha sido el primer paso, al que seguirían varios retoques estéticos en pómulo y surco nasogeniano, que habrían compensado la prominencia de su barbilla y armonizado su rostro en general. Las infiltraciones de bótox, ácido hialurónico y un cóctel de vitaminas a las que se ha sometido su marido también ayudarían. De hecho, comparten clínica.

Todo ello ha contribuido a conseguir una tez mucho más armónica y rejuvenecida, en el que el maquillaje natural, pero sutilmente más marcado con toques de luminosidad crean un look mucho más fresco, con la mirada más amplia y descansada, que muestra a su vez una imagen con más vitalidad.