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Iñaki e Irene Urdangarin: crónica de una relación rota padre-hija
La benjamina de la familia siente que su padre ha traicionado a su madre y sus hermanos
Cuando se publicaron las fotos que evidenciaban la relación entre Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, la prensa nacional se hizo eco de la posible reacción de la Infanta Cristina. ¿Cómo le sentaría una traición de tal calibre a la hermana del actual Rey cuando ella fue su mayor apoyo tras haber sido condenado por el caso Nóos? La infidelidad supuso un auténtico tsunami de emociones para el matrimonio, pero no solo para ellos. Sus hijos Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene. Con los primeros, ya mayores de edad, es en la pequeña en quien recae ahora la atención mediática.
De hecho, la semana pasada era el propio Iñaki quien viajaba a Ginebra no solo para intentar llegar a un acuerdo de divorcio con la Infanta, sino para intentar recuperar la relación con su hija pequeña. La joven, que nació en 2005, ha pasado gran parte de su vida separada de su padre. Aunque, ha crecido alejada de los focos mediáticos, la relación que ha mantenido con su padre se ha ido enfriando hasta llegar a un momento de completa decepción.
Tal y como narraba Pilar Eyre en Lecturas, «la que peor se tomó las fotos de Iñaki y su amante fue Irene. Una niña de 16 años, sensible y simpática, (…) que, quizás por estar muy apegada a su madre, y también por su condición de mujer, se enfadó terriblemente con su padre». De hecho, se negó a aceptar ningún tipo de explicación por parte de él, por mucho que «sus hermanos intentaran hacerla recapacitar y trataran de suavizar el tremendo palo que le supusieron aquellas imágenes románticas en una playa cerca de Bidart».
Fue Cristina quien permitió la visita de Urdangarin y quien ha estado promoviendo un acercamiento padre-hija para recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, Irene parece estar resentida con sus progenitores. Al fin y al cabo, su vida ha estado marcada por ellos desde el principio. Su adolescencia forzada en Suiza, lejos de su familia y su lugar habitual de residencia habría afectado a su carácter, así como ver a su padre en prisión.
El domingo 3 de abril, de hecho, se cumplieron 9 años de la imputación oficial de la Infanta Cristina por el juez Castro, que la llamó a declarar en los juzgados de Palma como copropietaria de Aizóon y directiva de Nóos. Irene, en aquel momento, tenía solo 8 años, pero cuatro antes ya se vio obligada a cambiar de residencia. De Barcelona, a Washington, y de aquí a Ginebra en un exilio forzado para alejarse del foco mediático y los problemas judiciales de sus padres.
Desde su traslado a Ginebra en 2013, Irene Urdangarin ha tratado de llevar una vida lo más normal y discreta posible. Con una atmósfera familiar enrarecida, es frecuente que viaje a Barcelona para ver a sus hermanos. Tal y como recoge Lecturas, ahora «Cristina de Borbón ha puesto todas las facilidades para que pasaran el máximo tiempo juntos, y también fuera de calidad, dejando el domicilio familiar a disposición de su todavía marido. Irene apenas le dirigía la palabra. Pero pronto el cariño se impuso al enfado y la hija perdonó al padre. Volvieron los momentos felices: risas, abrazos, juegos...», y todo gracias a la infanta, «que lo ha favorecido», y ha conseguido que Iñaki recobre «el cariño de su hija adorada, tan importante para él».