Tamara Gorro confiesa que fue víctima de abusos sexuales cuando era una niña
La empresaria cuenta en su libro El corazón que llora que tan solo tenía nueve años cuando un hombre se propasó con ella en un campamento de verano
La fabulosa vida de Tamara Gorro se vio sacudida hace unos meses cuando empezó a encontrarse algo alicaída y sin ganas de hacer nada. No tardaron en diagnosticarle una «depresión grave con trastorno de ansiedad» de la que, día a día, lucha por dejar atrás. No entendía cómo teniéndolo prácticamente todo (un marido perfecto, unos hijos maravillosos y una economía desahogada) se sentía de esa manera. Pero con ayuda de su psiquiatra y del apoyo de sus admiradores en redes sociales, la influencer está ganando a la «basura», como le gusta decir. A ellos les ha abierto su corazón sobre este duro proceso y sobre su reciente separación de su marido, Ezequiel Garay.
Ha trabajado además en el libro que acaba de presentar, El corazón que llora, en el que explora todos sus sentimientos y realiza alguna que otra confesión sobre su vida hasta ahora desconocida, incluyendo un terrible episodio que creía olvidado. Como ha narrado, Gorro fue víctima de abusos sexuales cuando era solo una niña.
Estaba en un campamento de verano con un amiga cuando conoció al dueño del lugar en el que estaban gracias a que le llamó la atención su perro. Adoraba a los animales y no dudó en acercarse. «Era amable, le conocíamos todos. Me preguntó que, como no estaba lavando ropa, si me quería ir con él a pasear al perro. Yo emocionada le dije que sí, su perro me encantaba», relata la empresaria.
Y prosigue: «Se acercó a mí, me cogió con las manos por los dos mofletes, comenzó a presionar mi cara y luego me la acercó hacia su boca. Yo no pestañeaba, vi que sus ojos se cerraban y que su boca se abría, sentí como su lengua entraba en mi boca». Gorro se quedó petrificada a medida que seguía propasándose. No pudo reaccionar durante unos minutos hasta que consiguió moverse.
Menos mal que tuvo la fuerza para darle con la rodilla y escapar para pedir ayuda. Desde entonces, Gorro no ha hablado apenas con nadie de los sucedido aquel verano y nunca llegó a pensar cómo le había afectado aquel terrible suceso hasta ahora. Plasmarlo ahora en un libro le ha resultado una liberación y está preparada para ayudar a otras mujeres que han pasado por lo mismo, pero reconoce que aún carga con aquello: «Me da vergüenza que me vean desnuda, si puedo evitar la luz en el sexo, mejor. La fuerza me espanta y no tener siempre una salida, también». Solo espera poder volver a sentirse bien consigo misma y dejar atrás esa pesadilla.