Felicidades, Reina
Ha escuchado, con más o menos ganas, a 14 primeros ministros en sus 70 años de reinado y ha formado una familia cada vez más extensa
Cumplir 70 años en un trabajo es una cifra redonda para cualquiera, pero si es de reinado, se convierte en algo único. Los dos kilos de la corona de oro y zafiros de San Eduardo se posaron sobre la cabeza de Isabel Windsor cuando tenía 25 años, estaba casada y ya era madre de Carlos y de Ana. La Reina nunca ha celebrado efusivamente ese día, en el que pasa a ser reina porque eran tiempos de «a rey muerto, rey puesto» y ella amaba a su padre. Celebrar su trono sería también celebrar la muerte del padre y The Queen ha sido reina hasta en eso. De ahí que Isabel II celebre su 96 cumpleaños (21 de abril 1926) y su subida al trono (6 de febrero 1952), cuando le da la Real gana. Este año le place celebrar ambas onomásticas la primera semana de junio.
Asistí en 2017 en el castillo de Windsor a una de esas celebraciones de zafiro, al «Trooping the Colour» y quedé abducida por la puesta en escena. Por el día los jardines e instalaciones del palacio eran una romería de gente. Familias enteras comiendo, comprando en los puestecillos del jardín todo tipo de artesanías, muchas relacionadas con la hípica, haciendo deporte, paseando por la ribera del río, todo como si fuera una feria campestre. Por la tarde, el ambiente progresivamente a medida que bajaba el sol, iba cambiando de feria a cóctel. Las riadas de personas hacia un recinto acotado y vigilado con gradas, éramos más brilli-brilli con tocado que de botas camperas. La Familia Real al completo iba llegando en coches o carrozas y tomaban asiento en las gradas delanteras para asistir a un desfile a la mayor gloria de la reina, toda la Commonwealth estaba representada con actuaciones.
Hasta sus amados perritos corgis desfilaron y lógicamente sus caballos y por la expresión de Isabel fue el momento más emotivo porque señala con su regio dedito a sus compañeros de vida. Por la noche cena inglesa en palacio, que no era para recordar como algo excepcional de hecho ni me acuerdo, pero eso sí, la tarta era individual como para seis hooligans y con la corona inglesa glaseada y como corresponde a su cultura, la copita en el pub.
El reemplazo de Isabel II
Reinarán pronto Carlos y Camila, sí, aunque ya hayan sobrepasado con creces la edad de la jubilación. Isabel ha ungido de gracia a su segunda nuera, Camila. «La rechazada» por los súbditos ha recibido la bendición de La Reina y eso ha obrado el milagro. Los súbditos la aceptan y curiosamente será reina y no princesa de Edimburgo o similar, como le ocurrió a Felipe, el marido de Isabel II. Las consortes son reinas. Los consortes no son reyes, ni en Inglaterra ni en España. ¿Cuántas velas le habrá puesto Camila, antes Parker Bowles, a Wallis Simpson? Nunca lo sabremos, pero la historia ha sido contradictoria con ambas.
Isabel II ha escuchado, con más o menos ganas, a 14 primeros ministros en sus 70 años de reinado y ha formado una familia cada vez más extensa en la que se van introduciendo caballos de Troya con efectos destructivos que ella ha bloqueado sin piedad. La regia mano de The Queen ha sido implacable. Sarah, Diana, Meghan, Harry o Andrés han sido despojados de su preciado Alteza Real que tantos beneficios reporta y puertas abre.
Por cierto, Isabel II escribe un diario con sus reflexiones y estas se harán públicas cuando hayan pasado los 75 años de su muerte. Lamentablemente, los que hoy somos contemporáneos de ella, ya no tendremos tiempo de conocer qué ha pensado sobre su siglo de vida reinando. Nos quedaremos con lo público; que nació por cesárea en casa, que nunca pisó un aula docente, que le interesan los caballos y los perros por encima de todo y de todos, que se casó y amó a su primo Felipe, que sufrió pero amó a su hermana díscola, que su bolso es como el tercer brazo y secreto de Estado y que los colores chillones de su ropero no tienen medida para ella.