Adiós, hermanita

¡Querida hermanita! ¿Cómo te fuiste? Nos has dejado huérfanos a todos. Tú, que eres la fuerza de nuestra familia. La alegría en persona. La bondad hecha humanidad. Sabemos lo mucho que adorabas a tu Litri, el Amor -con mayúsculas- de tu vida, desde tus 18 años. Sabíamos que no podíais vivir el uno sin el otro. ¿Pero nosotros… cómo vamos a vivir sin ti? A mi barco se le ha roto el timón. Ahora seguiré el rumbo de las estrellas porque sé que una de ellas eres tú. Y procuraré estar aquí para todos. Pero sin ti, sin tus consejos, sin tú Alegría, será duro, muy duro. Quiero estar a tu altura, pero me lo has puesto muy difícil. Sólo quiero decir que te queremos, es la palabra que me brota sin consuelo; Hermanita, te queremos, es difícil hablar en pasado.

Nunca te olvidaremos. Eso es imposible. Tus hijos, tus nietos, tus sobrinos y nosotras, tus hermanas, te llevaremos siempre en nuestro corazón. La inmensa estela del bien que has hecho en vida, es proporcional a las constelaciones que ya te rodean. Te quiero, hermana, con toda mi alma rota de un dolor que oprime, que asfixia y que, a la vez, está agradecida por el amor que dejas. Te has ido en silencio y nos has despedido con amor. No sé si alguna vez se podrá recomponer mi alma, ahora fraccionada en mil lágrimas, y pido a Dios por todos los que nos quedamos.