Andrea Casiraghi, de príncipe rebelde a padre ejemplar

El primogénito de Carolina de Mónaco siempre ha sido uno de los hombres más atractivos y deseados del panorama royal. Desde que alcanzó a la edad adulta se convirtió en foco de los paparazzi cuya fama crecía a medida que su asistencia a las fiestas más exclusivas de toda Europa. Lejos quedan ya esos años de soltería, escándalos mediáticos y locura juerguista en el Principado con los que intentaba superar la temprana muerte de su padre en un accidente en alta mar.

Muy sensible, es probablemente el que más sufrió esta muerte violenta y repentina de su padre Stefano en un accidente de navegación en la costa de Saint-Jean. Heredó de él la finura de sus rasgos, su encanto, elegancia e inocente despreocupación. Pasó una infancia y adolescencia tranquilas entre Francia, en la residencia Clos Saint-Pierre, Saint-Remy-de-Provence y Le Rocher en compañía de sus hermanos, Charlotte y Pierre, y su madre.

Alto, esbelto, su rubio y porte altivo –que heredó de su abuela materna, la Princesa Grace– causó sensación en las portadas de las revistas con mirada entristecida y su infidelidad que acabó con su relación con la millonaria alemana Caroline von Sattanffenberg.

Gracias a su hermana Carlota, conoció a Tatiana Santo Domingo, una rica heredera de ascendencia colombiana cuya fortuna asciende a 8.500 millones de dólares, con la que coincidió en Suiza y de la que quedó prendado al instante. La prensa monegasca rumorea que es ella quien ejerció una influencia tranquilizadora sobre el sobrino del Príncipe Alberto y le devolvió la alegría tras la muerte del Príncipe Rainiero III en 2005, a quien siempre consideró una figura paterna.

Después de ocho años de relación, consiguió que se cortase su larga melena rubia, que se dejase barba, que cambiase las camisas hippies por las americanas y pantalones chinos y que pasase por el altar dos veces –por lo civil en Mónaco en 2013 y en una ceremonia religiosa un año más tarde en Gstaad–.

Poco antes, además, habían recibido a su primer hijo Sacha, que es además su viva imagen y la de su abuelo Stefano. Dos años más tarde, una niña, llamada India, llegó a la familia principesca monegasca y el 19 de abril de 2018 apareció un tercer niño. Andrea Casiraghi y su esposa Tatiana Santo Domingo han dado la bienvenida a un niño pequeño, al que han elegido llamar Maximilian Rainier.

Junto a ellos, ha formado una familia discreta alejada de los focos. Las únicas fotos que se tienen, de hecho, son o bien de los contados actos públicos a los que asisten o bien de sus vacaciones recorriendo la Costa Azul a bordo del yate familiar de los Grimaldi. Cumpliendo el 8 de junio los 38 años, la prensa alaba ahora su labor filantrópica y su paternidad ejemplar alejada de los escándalos juveniles –salvo alguna que otra infracción por conducir a más de 200 km/h– .