El mensaje oculto de Charlene de Mónaco sobre su matrimonio a través de su tiara más preciada
La Princesa ha rescatado la joya Ocean en forma de collar en una de sus últimas apariciones
No es habitual ver a Charlene de Mónaco luciendo grandes joyas. A diferencia de otras princesas deseosas de desempolvar las mejores alhajas de sus joyeros, la mujer del Príncipe Alberto opta por estilismos más sobrios. No obstante, hay una tiara que tiene un significado especial para el matrimonio y que ha rescatado recientemente.
Antes de casarse en julio de 2011, el Príncipe Alberto le regaló una diadema diseñada por los joyeros oficiales del Principado Van Cleef et Arpels. La tiara es un homenaje al pasado de la Princesa como nadadora olímpica, días felices en los que su ambición solo era llegar a meta la primera. La joya destaca por sus 850 diamantes que simbolizan la espuma del mar y 359 zafiros en distintas tonalidades que representan los distintos colores del océano y 11 diamantes de cuatro quilates se disponen en el centro de los círculos como si fueran gotas de agua. De ahí su nombre Tiara Ocean.
Charlene ha lucido esta joya en muy pocas ocasiones y suele emplearla como collar. Hace apenas unas semanas la vimos con ella en una recepción en los jardines del palacio para homenajear a la casa de joyería Van Cleef et Arpels. Según fuentes cercanas a los Grimaldi, la pieza es un símbolo de su amor por su marido. Tras meses de rumores de todo tipo sobre su relación, ha querido mandar un mensaje contundente para defender su matrimonio.
Charlene utilizó la tiara como collar en el baile de la Rosa del año 2011, justo unos meses después de darle el «sí, quiero» al Príncipe Alberto. En 2014, por fin volvía a lucirla como tiara en una sesión de fotos en la que se puso delante del objetivo de la fotógrafa Vanessa von Zitzewitz para la revista Hola.
Charlene no solo desea transmitir un mensaje de normalidad a través de esta joya, sino que esta semana también ha mostrado su mejor cara como Princesa durante una visita a un centro de mayores. Se mostró relajada, cercana y natural. Ni la mascarilla que se puso como medida de prevención podía ocultar su entusiasmo y alegría al hablar con varios de los residentes, mientras su marido viajó a Burgos para visitar los yacimientos de Atapuerca.
La princesa ha recuperado su agenda oficial tras 15 meses apartada del foco público en los que tuvo que enfrentar varios problemas de salud, derivados de una infección otorrinolaringológica. Posteriormente, cayó en una profunda depresión que la obligó a internar en un centro en Suiza. La princesa triste parece haber tomado un nuevo rumbo.