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Rishi Sunak, en el 10 de Downing Street

Entramos en el 10 de Downing Street, hogar de los primeros ministros británicos desde hace tres siglos

Rishi Sunak volverá a instalarse en el apartamento que ocupó durante su etapa como secretario del Tesoro de Boris Johnson

El número 10 de Downing Street se convirtió en objeto de chanza en redes, asemejándolo con un Airbnb, perfecto para estancias cortas, tras la dimisión de Liz Truss solo 45 días después de tocar el poder. El único que sobrevive en este histórico edificio, hogar de los primeros ministros británicos desde hace 300 años, es un famoso felino llamado Larry con una lista de tareas perfectamente detallas en su propia web: garantizar que no haya ratones, saludar a los invitados y probar los muebles antiguos para sestear. Desde 2011, cuando desembarcó allí con David Cameron, el bueno de Larry ha cumplido con creces.

Situada en Withehall, en el centro de Londres, la propiedad cumple tres funciones: residencia del jefe de Gobierno, su oficina y el lugar donde recibe a otros dignatarios internacionales o al Rey. «Todos los primeros ministros son perfectamente conscientes de que como inquilinos del 10 de Downing Street están a cargo de una de las joyas más preciadas de la nación», declaró Margaret Thatcher, en 1985, quien no permitía que sus funcionarios se adentraran en su apartamento cuando llevaba los rulos puestos.

La Reina Isabel II con David Cameron y su esposa Samantha en la escalera del 10 de Downing StreetGTRES

Para el primer ministro Rishi Sunak esta propiedad resulta bastante menos atractiva y confortable que su mansión de Kensington valorada en 7 millones de libras. No le costará sentirse en casa porque regresará al apartamento del tercer piso del 10 de Downing Street, que ya ocupó durante su etapa como como secretario del Tesoro de Boris Johnson. Además invirtió una importante suma en decorarla a su gusto, cambiando el papel pintado y surtiéndose de artículos para el hogar de John Lewis. La cocina se encuentra en el sótano.

Al cruzar la puerta negra más fotografiada de Londres, emerge una elegante escalera en paralelo a una pared amarilla de la que cuelgan fotos, en blanco y negro, de los primeros ministros anteriores ordenados cronológicamente. La puerta se construyó en roble, pero en 1991 tras un ataque de mortero del Ejército Republicano Irlandés (IRA), contra John Major, se cambió por una de acero a prueba de balas.

El número 10 de Downing Street se convirtió en hogar oficial de un primer ministro en 1735 cuando el Rey Jorge II se lo ofreció a Sir Robert Walpole para agradecerle sus servicios. Por aquel entonces llevaba el número 5 hasta que fue cifrado con el 10 en 1779. En esa misma calle, el número 11 alberga la residencia del ministro de Hacienda.

Quizá una de las características que más llama la atención del 10 de Downing Street es su pequeña dimensión si se compara con otras sedes gubernativas como la Casa Blanca o el Palacio del Elíseo. La residencia del número 11 es más espaciosa que la del 10 y por ello, algunos premiers optaron por fijar su residencia allí. Sir Tony Blair fue el primero en instalarse en el 11 para acomodar a toda su familia cuando accedió al cargo en 1997. Y sus sucesores Gordon Brown, David Cameron, Theresa May y Boris Johnson hicieron lo mismo. Este último formó un escándalo mayúsculo tras gastarse 200.000 libras en adaptarla a sus gustos y los de su mujer Carrie, porque le horrorizaban los muebles que dejó May. Está estipulada una partida de 30.000 libras para que inviertan en acomodar la vivienda, pero a Johnson se le fue la mano al contratar a la decoradora Lulu Lytle.

El gato Larry, en el 10 de Downing StreetGTRES

Los materiales baratos de la construcción inicial en 1682 y los cimientos poco profundos, en un suelo muy blando, provocaron reiteradamente humedades en las paredes y grietas. Después de albergar a primeros ministros durante casi 300 años, la residencia se ha sometido a varias restauraciones. Se determinó que el edificio tenía problemas estructurales al final de la Segunda Guerra Mundial, incluidas paredes inclinadas y marcos de puertas torcidos.

Durante el mandato de Harold MacMillan, se sometió a una restauración que costó alrededor de un millón de libras y tardó tres años en completarse. El primer ministro prohibía que sus nietos correteasen con sus triciclos en el vestíbulo los días de gabinete. A Churchill y Anthony Eden les gustaba trabajar desde la cama, lo que causaba problemas para su equipo de asesores.

La residencia oficial no satisfizo las necesidades de algunos de sus moradores. Margot Tennant, esposa del primer ministro Herbert Henry Asquith, la describió de esta manera: «Es una vivienda incómoda, con tres escaleras estrechas, por las que apenas cabe una persona. Me he resignado a invitar a los amigos tan sólo a cenar o en el jardín».

Churchill, en el de 10 Downing Street, el 27 de abril de 1954©GTRESONLINE

Durante el mandato de Boris Johnson y en plena pandemia, las estancias del 10 de Downing Street acogieron animadas fiestas de miembros del Gobierno con barra libre de alcohol y tablas de queso, que le acabaron costando el puesto. Hasta la vista, baby.