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La pareja decidió separarse después de un viaje a Tenerife en el que iban a grabar un videoclipGTRES

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Así fue la relación de Estefanía de Mónaco y Mario Oliver, el 'Tarzán de Marsella' que fue acusado de violación

Por él, y para disgusto de su padre, se mudó a Los Ángeles, se tiñó el pelo de rubio oxigenado y se tatuó su nombre en el trasero

Después de acaparar las portadas del corazón por su relación con Estefanía de Mónaco, Mario Oliver Jutard volvía a la primera plana siendo protagonista de un trágico suceso que terminó con su vida. El apodado Tarzán de Marsella de 71 años ha sido asesinado en su mansión de Las Terrenas, en la provincia de Samaná, en República Dominicana.

Varios medios locales apuntan a que el empresario que hizo fortuna con varios locales de ocio nocturno podría haber sido víctima de un atraco llevado a cabo con «furia y ensañamiento». Cuando los policías se personaron en la propiedad, Jutard ya había fallecido debido a un fuerte traumatismo craneoencefálico y varias señales de estrangulamiento y compresión manual en el cuello.

Aunque nació en una familia humilde, saltó a la fama de forma estrepitosa tras darse a conocer su relación con Estefanía de Mónaco. Entró en su vida a mediados de la década de los ochenta. En ese momento, la hija de Rainiero y Grace Kelly, era conocida como la Princesa Ouragan, tras su intento de triunfo en el panorama musical. Frecuentaba discotecas, se convirtió en el blanco predilecto de los paparazzi, vendía periódicos a la prensa sensacionalista y coleccionaba varias parejas entre las que estaban el hijo de Jean Paul Belmondo, el de Alain Delon, Christopher Lambert o Rob Lowe.

Declaró públicamente su amor por él a pesar de la oposición de su familiaGTRES

En 1986, justo cuando termina su noviazgo con este último cuando se cruza en su camino Mario Oliver Jutard, un francés afincado en Los Ángeles se había convertido en el Rey de la noche de la ciudad gracias a los distintos clubes nocturnos que regentaba, entre ellos Vértigo, donde se conocieron. La Princesa que tenía 22 años fue con unos amigos a esta conocida discoteca de la ciudad y conoció a su copropietario, 13 años mayor que ella. La diferencia de edad no le impidió mudarse con él meses después a una distinguida villa en Beverly Hills.

Comenzó, entonces, su paréntesis americano, donde la Princesa de Mónaco pudo saborear una vida más tranquila, alejada del bullicio de París o Mónaco que lleva sufriendo desde que con 17 años perdió a su madre, Grace Kelly, en un accidente de coche en el que viajaban las dos. Ella no quería formar parte de la alta sociedad de la que procedía y cortó lazos con todos ellos. «Vivo una vida normal, no la vida de una estrella», le confió a Los Angeles Times en 1987. «Lo que preferimos hacer juntos es tumbarnos al sol, ver a nuestros amigos, como personas normales, y luego hacer una barbacoa en casa».

Los paparazzis pudieron verificar que su relación era muy físicaGTRES

En su línea con sus anteriores «chicos malos», Estefanía llegó a tatuarse su nombre en su trasero, teñirse el flequillo de rubio oxigenado en su honor o declarar a viva voz: «No quiero tener que amar a Mario en secreto», mientras afirmaba que su intención era quedarse embarazada sin pasar antes por el altar.

Una auténtica ofensa para su padre, que no era nada defensor de la vida errante de su hija en Estados Unidos. Sobre todo, por la acusación a la que se enfrentaba Oliver. Llevaba un año en Los Ángeles cuando la policía lo detuvo por violar a una joven universitaria de 19 años en una fiesta. «Los periódicos dijeron un montón de basura (sobre) una reacción normal de un padre. Si no estuviera contento con mi vida aquí, me llevaría de vuelta a casa en el próximo vuelo», declaró Estefanía.

La Princesa y Mario Oliver Jutard, durante unas vacaciones de veranoGTRES

No hizo falta, en cambio, que Rainiero la montara en un avión. Regresó a Mónaco por su propia voluntad después de pasar una semana de vacaciones en Tenerife. La pareja había viajado allí para grabar un videoclip, pero la noticia no fue esto, sino las peleas de ella con los fotógrafos, sus lloros en público o las quejas por no dejarles subir al Teide en jeep, sin olvidar cuando decidió tirar merengue a varios turistas. «Los isleños que la han tratado han tenido que hacer la vista gorda y aguantarle lo que a alguien con menos belleza y rentabilidad no se le aguanta», recogió El País en su día.

La pareja terminó rompiendo y ella se refugió en los brazos de Ron Bloom, primero, y Jean Yves Lefur, después. Con este último, incluso llegó a comprometerse, pero se separó cuando se dio a conocer que le exigió borrarse el mencionado tatuaje de Mario. Empezó entonces un romance con su guardaespaldas y padre de sus dos hijos mayores, Daniel Ducruet, del que también se divorció tras la publicación de unas imágenes de este manteniendo relaciones con la belga Fili Houteman.