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Tamara Falcó e Íñigo Onieva en la boda de Felipe CortinaGTRES

Tamara rechazó dos propuestas de matrimonio y a Íñigo le dijo que sí

Onieva quería y pedía tiempo para hablar, para aclarar, para pedir perdón y recuperar a la mujer de su vida

2023 iba a ser el año en el que Tamara Falcó se casaría y se embarazaría. Ya teníamos fecha marcada, 17 de junio, en las agendas para la que iba a ser la boda del extra de ¡Hola!.

Pocas horas después de anunciar el compromiso nupcial con Íñigo Onieva, que coincidía y casi eclipsaba la noticia de la 'no boda' de Esther Doña, iban apareciendo vídeos comprometidos para Onieva que, según daba explicaciones, lo estropeaba más.

Los hechos los conocemos todos y es reiterativo repetirlos. Lo que es menos conocido son las peticiones matrimoniales que Tamara había rechazado hasta que llegó Onieva a su vida. Algo tendría Íñigo para que la hija de Isabel Preysler le quisiera como marido y padre de sus hijos.

A Tamara le han pedido matrimonio en dos ocasiones y sendos novios formales, aparentemente estupendos. Sin embargo, ella los rechazó y a sus brillantes anillos también. Esther Doña, sin embargo, optó por quedarse y reciclar en pendientes el anillo de compromiso que el juez Pedraz le ofreció. La marquesa de Griñón fue más elegante y en ambas ocasiones devolvió las joyas.

El tsunami que se originó con la ruptura, y la tormenta de emociones que se desató en streaming para todo el mundo, no benefició a la calma y al silencio que una situación de supuesto engaño y cuernos requería. Si no se hubiese organizado ese escándalo mediático posiblemente lo hubiesen arreglado, como les había ocurrido en otras ocasiones.

Tamara ponía espacio por medio y su guarda de corps la auxiliaba en un cónclave que duró dos días de encierro en la Casa Madre de Puerta de Hierro. De allí salía empoderada, en el metaverso y en el photocall. Por el contrario, Íñigo se convertía en un paria. En un desposeído social. Él quería y pedía tiempo para hablar, para aclarar, para pedir perdón y recuperar a la mujer de su vida. Hizo el Camino de Santiago, visitó templos, observó con recogimiento tallas religiosas en su búsqueda y meditó, meditó mucho. Él confiaba en que encontraría el modo de llegar a Tamara. Y ella, desde su firmeza religiosa que tanto la ayuda, sabe que el rencor, la espina de un amor torcido y el mal rollo con alguien al que has querido tanto como pensar en que sería el padre de tus hijos, tarde o temprano, tendrían que encontrar el sosiego de una explicación.

No se puede vivir el presente, sin zanjar el pasado. Y no sólo lo sabe, es que ha visto en su madre el ejemplo perfecto. Isabel tiene hijos de tres maridos y todos se llevan divinamente. Los cinco han tenido trato con tío Julio, tío Miguel y tío Carlos, con este último, hasta Julio Iglesias le dio las gracias por haber tratado a sus hijos, Chaveli, Julio y Enrique como si fueran sus propios vástagos. Y esa forma de tratar a los ex, Tamara lo ha visto desde su infancia en casa. De hecho ella guarda buen recuerdo de sus novios, de los que pudieron ser sus prometidos e incluso, con algunos mantiene trato. Íñigo no iba a ser menos, solo necesitaban tiempo. No se pasa del amor más absoluto declarado en redes sociales sin pudor, al desprecio más abyecto.

Si Vargas Llosa se ha quedado en el 2022 de Isabel, Íñigo ha entrado en el 2023 de Tamara.