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No se entrega a los brazos de Ruiz Verdejo, ni de cualquier otra fantasía que le coloquenGTRES

Isabel Preysler: «Quiero vivir tranquila disfrutando de mis nietos»

Carmen Lomana ha vertido unas acusaciones graves contra Isabel Preysler que podrían tener consecuencias jurídicas. El periodismo es una profesión diferente a la moda de contratar famosos para comentar noticias sociales

Si de algo sabe Isabel Preysler es de manejar los tiempos y de cuándo quitarse de en medio. Ella está al tanto de todo, eso incluye los improperios que le ha dedicado Carmen Lomana. Sabía que la confirmación de su ruptura con Mario Vargas Llosa daría pie a todo tipo de infundios, quizás el más disparatado, después de el de los celos, era «ilusionarla» con José Antonio Ruiz Verdejo.

Un andaluz bien conocido en Sevilla, primero, por ser hijo de los cónsules de Italia, y vivir en una casa palacio donde se han celebrado fiestas estupendas con el todo Sevilla más rancio y luego, por sí mismo, al ennoviarse con una rica heredera del sector pastelero y luego con otra de los duty free y hermana de Marie Chantal Miller. Lo de ilusionarlo ahora con Isabel Preysler ha sido una fantasía. Uno de esos comentarios que brotan de las fuentes de la ignorancia y que se reproducen como una comadreja y a los que Preysler no otorga ni un nanosegundo en contestar «no voy a ponerme a contestar todas las estupideces que dicen».

Estar fuera de Madrid le otorga sosiego y distancia para no sufrir más de lo necesario escuchando «estupideces que no merecen la pena contestar» porque una separación nunca es agradable y más cuando se les quiere llevar a una guerra, que ni Mario, ni Isabel tienen intención de librar.

Preysler no quiere perder el tiempo, la rumorología le resta tiempo y sosiego para estar con su familia y en especial con los nietos, a los que Isabel se entrega ahora, no a los brazos de Ruiz Verdejo, ni de cualquier otra fantasía que le coloquen. Sí, se ha separado del escritor. Vargas Llosa ha sacado sus pertenencias de la casa de Isabel y sigue con su incansable agenda social. El peruano tampoco quiere entrar en polémicas. Si su entorno filtra fotos de los libros que lee, buscando dobles sentidos en los textos, o reencuentros en Perú, eso ya pertenece a la vida de soltero del Nobel y en los que Preysler no entra porque no puede perder el tiempo en desmentir todo lo que se está contando sobre ella «no haría otra cosa y quiero vivir tranquila».