La marisquería en la que Paloma Cuevas y Luis Miguel sellan su amor

Luis Miguel y Paloma Cuevas se encuentran estos días en Madrid. No se ocultan porque comen en O’Pazo, compran en El Corte Inglés o se toman sus copitas en el hotel Villa Magna pero tampoco se exhiben en exceso. Tienen sus amigos con los que alternan y viajan y sobre todo se quieren y mucho «los dos están enamoradísimos». Paloma representa para El Sol de Méjico lo que nunca ha tenido y es inédito para él. Su novia es una mujer familiar, educada, culta, la que siempre ha tomado las decisiones, estudió Empresariales en la universidad de Boston, es católica practicante, con principios y que, por encima de todo, se ocupa de sus padres y de sus dos hijas.

Ya se lo dice Shakira a Piqué «las mujeres facturan» y menos mal que cuenta con recursos más allá de su trabajo como diseñadora de trajes de cóctel para la firma Rosa Clará. Por cierto, que hace unos días inauguraban una tienda en su tierra natal, Córdoba, donde se vende su colección y las cifras de ventas no pueden ser más halagüeñas. Le va bien profesionalmente y divinamente en lo personal. Es feliz y está enamorada.

Paloma lo ha pasado muy mal, desde que Enrique Ponce diera la espantada familiar al salir de la cuarentena del Covid como si fuera un Mihura, pero sus dos hijas, a las que era imposible evitarles que vieran las fotos de su padre retozando con una joven estudiante de Derecho, han sufrido y mucho. Ese daño es difícil de olvidar. Gracias a Dios a que Paloma encontró consuelo en un buen amigo de la entonces pareja perfecta, Ponce-Cuevas, el cantante y compadre, Luis Miguel, un artista que, desde siempre, ha viajado con frecuencia a España, donde tiene grandes amigos y es la tierra de su padre y con el que Ponce ha cantado en más de una ocasión.

Luis Miguel nació en Puerto Rico pero es hijo del gaditano, Luis Gallego, conocido artísticamente como «Luisito Rey», por tanto con derecho a la ciudadanía española y aunque pueda tener casa en España y nos visite, no es residente fiscal aquí, de ahí que tenga que justificar 183 días en el extranjero, como la baronesa Thyssen. Lo que no es un problema porque su residencia está en América y su ciudadanía también. Con casa en Miami y adorado en Méjico, allí es el «Sol» y un fenómeno desde que, con catorce años, consiguiera su primer Grammy, desde entonces lo ha ganado todo, pero él ha dicho poco.

Sobre su vida es tan discreto como su novia Paloma, no así Ponce que fotografió en redes sociales todas sus secuencias amorosas. Paloma y LuisMi son felices, están muy enamorados pero no se habla de momento de boda. No hay fecha y aún tienen que cumplir los cuatro años de relación, que es la cifra que no han superado ninguna de las relaciones estables del cantante.

Curiosamente uno de los hombres que más y mejor le canta al amor no se ha casado nunca, quizás la relación más estable y parecida a un matrimonio la mantuvo durante cuatro años con la actriz Aracely Arámbula, con la que tuvo dos hijos, hoy adolescentes que viven con la madre.

Para Paloma es impensable dejar de ocuparse de sus padres, que son muy mayores, están delicados de salud y viven en España y tampoco priorizaría nunca su relación de pareja sobre la de sus hijas, mientras la necesiten. Viaja mucho con su novio, se escapan a Menorca, Miami, Nueva York, Méjico o Bilbao, unas veces solos y la mayoría acompañados por amigos. Paloma tiene su núcleo duro en sus amigas confidentes, Mamen la esposa del ex futbolista Raúl, Genoveva Casanova, Remedios Cervantes o Sandra García Sanjuan. El que Luis Miguel tenga avión privado facilita mucho los desplazamientos, pero si no tiene disponible el jet, su amigo peruano, con el que fueron a Bilbao, lo saca del hangar y a volar.

Es posible que se dude de esta relación por el pasado sentimental y de familia desestructurada de LuisMi, pero ellos están muy enamorados y felices. Ponerle puertas al amor es imposible, quien sabe si a sus 52 años «la que siempre he esperado, por alguien como tu que me quiera» ha llegado y es Paloma Cuevas de 50 años.