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El Rey Carlos III y su mujer, la Reina Camilla, tomando el téGTRES

Un día en la vida de Carlos III: su peculiar dieta, sus nervios al hablar en público y una curiosa obsesión

A menos de dos meses para su coronación, Reino Unido se pregunta cómo adaptará su carácter irascible, inseguro y caprichoso a su nuevo rol como Rey

«Parece un pudin de ciruelas», exclamó Felipe de Edimburgo, con su habitual humor cáustico, cuando vio por primera vez los carrillos amoratados de su primogénito Carlos, tras nacer por cesárea el 14 de noviembre de 1948, en el palacio de Buckingham. La Princesa Isabel tenía entonces 22 años y poco después, en febrero de 1952, se convertía en Reina. Nunca dispuso del tiempo, ni quizá las ganas, de bañar a su hijo, enseñarle a contar o leerle un cuento antes de dormir.

«Si la Reina se hubiera tomado la mitad de las molestias en la crianza de sus hijos que en el cuidado de sus caballos, la Familia Real no atravesaría un problema emocional tan grande», comentó un secretario al historiador y biógrafo Robert Lacey, en unas declaraciones recogidas en The Times. Este viernes, el periódico británico publicaba un amplio perfil de Carlos III, tratando de comprender su compleja personalidad a través de los testimonios de quienes han tratado con él. «Charles, the complicated», titulan. Y para entender a ese «Carlos, el complicado» hay que remontarse a una infancia entre niñeras e institutrices, mientras su madre repasaba documentos oficiales y plantaba árboles.

Magazine de ‘The Times’

La carencia de cariño a una edad temprana le hizo desarrollar un carácter áspero, sin sensibilidad emocional y carente de empatía. Un defecto que le afea su hijo Harry en las memorias Spare, sobre todo tras la muerte de la princesa Diana. «No era bueno para mostrar emociones en circunstancias normales, entonces, ¿cómo se podía esperar que las mostrara en tal crisis? Sentado en la cama de su niño querido esa mañana, Carlos palmeó su rodilla pero no pudo abrazarlo», puede leerse.

La Reina Isabel II, con el Príncipe Carlos en junio de 1956GTRES

¿Cómo es su día a día? The Times traza una rutina muy concreta. Su despertador suena antes de las 7 de la mañana y lee los periódicos dispuestos en una bandeja. Toma un sorbo de té, mientras escucha el programa de radio Today. En su armario priman los trajes a medida de Savile Row y las camisas de Jermyn Street. Profesa una obsesión con los zapatos, que siempre deben brillar. Le gusta oler bien, para lo que se empapa en Eau Sauvage, el perfume de Dior. En el desayuno toma fruta de temporada, semillas y un yogur. Circulan otras leyendas, pero no es cierto que le pirren los huevos cocidos, como se ha publicado.

A las 8 de la mañana comienza con el papeleo. Los compromisos oficiales le ocupan desde la 10 hasta las cinco de la tarde. Trabaja de forma ininterrumpida, puesto que se salta la comida desde hace décadas. «No puedo funcionar si almuerzo», acostumbra a repetir a cada empleado que se incorpora a su corte.

A las cinco de la tarde, hace una pausa para tomar un sándwich y un trozo de pastel. Después sigue trabajando y cena a las ocho y media. En su mesa abundan los productos ecológicos, muchos de ellos procedentes de su granja de Highgrove. Regresa a su despacho, donde permanece desde las diez hasta la medianoche.

Carlos III, durante una reciente visita a ColchesterGTRES

«Es un jefe exigente porque es muy exigente consigo mismo. Podía ser a veces indeciso y obstinado, con un temperamento explosivo, un hombre que pateaba los muebles en su ira. No tenía interés en escuchar críticas ni intención de actuar en consecuencia», declara una persona de su equipo al periodista Valentine Low.

Le cuesta elegir las palabras de los discursos y siempre le queda la duda de si habrá acertado. Con el tiempo ha aprendido a calmar los nervios antes de hablar en público sobre temas controvertidos. «Sería mucho más fácil llevar una vida tranquila», escribió en una carta en 1989.

Boda del Príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles, en 2005GTRES

Para entender la relación con su mujer Camilla Parker Bowles, conviene rescatar una significativa declaración. «El matrimonio es básicamente una amistad sólida, así que me gustaría casarme con alguien cuyos intereses pueda compartir». Con Lady Di nunca tuvo nada en común y acabó viéndola como una loca, que orquestó una campaña de desprestigio contra él con el apoyo de los medios británicos. Su amor por Camilla nunca fue negociable. «La pareja comparte el sentido del humor y se ríen juntos muchísimas veces. La capacidad de Camilla para ver el lado divertido de la vida ha marcado una enorme diferencia a lo largo de los años». La periodista y experta en realeza Tina Brown describe a Camilla como «alimento de consuelo sexual y emocional» para el Rey. También logra que calme ese carácter irascible, que afloró cuando una estilográfica embadurnó sus dedos de tinta.

A menos de dos meses para la coronación, el próximo 6 de mayo, Reino Unido se pregunta cómo Carlos III forjará su papel como monarca, teniendo en cuenta que ha pasado toda su vida preparándose para un trabajo que le llega ya en edad de jubilación. En realidad, ha vivido siempre a la sombra: de su madre, de su primera esposa Lady Di y ahora, de su hijo Harry.