Fundado en 1910

Mario Vargas Llosa, su hijo Álvaro y Nada Chedid, en LimaGTRES

Mario Vargas Llosa, enamorado de nuevo

Durante sus días en Lima, el escritor ha vuelto a valorar la estabilidad y la calidad del tiempo en familia que le procura su exmujer Patricia Llosa

«El matrimonio es básicamente una amistad sólida, así que me gustaría casarme con alguien cuyos intereses pueda compartir». Estas palabras pronunciadas en su juventud por Carlos III explican el éxito de su unión conyugal con la Reina Camilla y en parte, su tortuosa relación con Lady Di. También sirven para ilustrar la fracasada historia de amor de Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler y su posterior regreso a los brazos de quien fue su mujer durante 50 años, Patricia Llosa.

En 2015, el premio Nobel salió corriendo tras los pasos de la reina de corazones, a la que sucumbió por su innegable elegancia, saber estar y también, por la novedad, pero intereses compartían muy pocos. El mundo de la cultura y el chisme nunca se llevaron bien. Y desvanecido ese «enamoramiento de la pichula», como él describió en Los Vientos, afloró la incompatibilidad entre ambos.

Patricia Llosa representa esa amistad sólida. Esa mujer a la que conoció en su juventud y que ha permanecido junto a él durante toda su carrera literaria. La que se encargaba de gestionar la economía familiar, la agenda del escritor, sus viajes y en definitiva, de hacerle la vida más fácil. También es la madre que ha criado con esmero a sus tres hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana.

Para ser fieles a la verdad, hay que admitir que Patricia Llosa le permitió a su marido tomarse ciertas licencias amorosas fuera de casa. El escritor siempre volvía y su mujer miraba a otro lado, como si nada hubiera pasado. Claro que con Preysler la situación fue más lejos y el matrimonio acabó firmando el divorcio. Pero Vargas Llosa ha vuelto a su exmujer.

Desinflado el huracán Preysler, tanto el escritor como el primogénito se han encargado de devolver a Patricia Llosa al lugar al que le correspondía.

El destino siempre caprichoso ha querido que fuera su exmujer y no Isabel Preysler la que se sentara en la primera fila durante la ceremonia de su ingreso en la Academia Francesa. También ha sido ella como abuela de la novia, la que ha estado presente en la boda de Josefina Vargas Llosa, hija de Gonzalo. Y este miércoles, Patricia Llosa volvía a posar junto a él en la entrega de la condecoración con el Gran Collar de la Orden del Sol, de manos de la presidenta Dina Boluarte.

Vargas Llosa posa con su familia tras recibir el Gran Collar de la Orden del Sol de manos de la presidenta Dina BoluartePresidencia del Perú EFE

Vargas Llosa es consciente de la importancia de su exmujer en su vida, pero el acercamiento y la reconciliación se fraguan lentamente. Durante sus días en Lima se han visto constantemente y regresó al despacho, donde pasó tantas horas. «Trabajando, el día después, escoltado por el Pacífico, en el escritorio donde escribió Historia de Mayta y tantas más», escribió su hijo Álvaro. Patricia Llosa continúa residiendo en Barranco, un barrio costero con un nutrido vecindario de artistas e intelectuales. Las casas bajas de colores y las tiendas de artesanía se mezclan con los pisco bares.

Vargas Llosa, en su despacho

Mientras el Premio Nobel disfruta de su familia y de su espléndido momento profesional, Isabel Preysler ha encontrado consuelo en las cariñosas palabras que le ha dirigido su exmarido Julio Iglesias.