La Semana Santa de la Reina Sofía
La madre del Rey viajará a Palma para asistir al tradicional concierto solidario en la catedral
A las ocho de la tarde del próximo lunes 3 de abril la Reina Sofía estará sentada, como es su costumbre y si no hay ningún contratiempo, en un lugar preferente de la catedral de Palma de Mallorca escuchando el Réquiem Alemany de Johannes Brahms a beneficio de Projecte Home. La Reina es la primera en dar su apoyo al tradicional Concierto Solidario de Semana Santa, en este caso lo realiza la Orquesta Sinfónica de Baleares, junto al coro de la Universidad de la Isla, con la soprano María Sardaryan y el barítono Hanno Brachman.
La Reina tiene por costumbre en Semana Santa llegar días antes al palacio de Marivent y aprovechar para quedarse en la Isla todo lo que su reducida agenda oficial le permite. Así asiste al concierto solidario de Projecte Home y al domingo siguiente, a la misa de Resurrección. La vinculación de la Reina Sofía con Mallorca es absoluta. No es raro que pase temporadas en el palacio de Marivent. Y más ahora que sus viajes a Grecia han disminuido, al haber fallecido su hermano Constantino, que era el motivo principal de sus desplazamientos a su país de origen. Tiene amistades incondicionales que la acompañan, como su prima la princesa Tatiana Radziwill y su esposo, el doctor Jean Henri Fruchaud, que también están jubilados, además de su hermana Irene.
Pasión por la isla
Los mallorquines aprecian mucho encontrarse con Doña Sofía, en cualquier época del año, haciendo vida como una mallorquina más. Les gusta verla en la calle Aragón, en un concierto en Valldemosa, en la heladería de Can Miguel o en la de Can Joan de S'aigo (la Reina es golosa y las cocas de patata o el helado de almendra son irresistibles para Doña Sofía), también compra alpargatas, avarcas y cestos en la alpargatería La Concepción, soltando tortugas en Cabrera, recogiendo basura en la playa o ayudando con su presencia a alguna ONG.
Y lo que más resaltan los mallorquines es que sus salidas por la isla sean normales, como una palmesana más y si alguien osa pedirle una foto, lo que es raro dado el carácter hiper discreto del mallorquín, Doña Sofía se preste gustosa. Yo fui testigo, en una ocasión, de cómo le pidió a un escolta que hiciera él la foto.
Su pasión por la isla me lo dejaba claro ella misma: «De esta isla me gusta todo, este mar (haciendo señales con la mano hacia la bahía de Palma), los pueblos del interior, lo bien que se come, la tranquilidad. Me gusta todo y aquí me encuentro muy a gusto».