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Carmen Cervera junto a su hija en la presentación de su hotel en la Costa BravaGTRES

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Carmen y Sabina: así son las herederas del legado de Tita Thyssen

Las mellizas de 17 años aspiran a convertirse en la nueva generación de la alta sociedad mientras crecen y se convierten en unas damas del Renacimiento

Un enclave de lujo como la Costa Brava fue el lugar escogido por la baronesa Thyssen para inaugurar su propio hotel en unas instalaciones que, bajo el nombre The Pink Elephant prometen exclusividad, acceso directo a la playa y una decoración digna del museo que posee. Junto a ella, se encontraban amigos como la pintora Mercedes Lasarte, Viktor Marshev, Yulia Golubchikova o Sete Gibernau.

Sin embargo, quien se convirtió en el centro de todas las miradas fue una de sus hijas mellizas, Carmen, cuya imagen ha sorprendido por el gran cambio físico que ha experimentado desde su última aparición pública. Sonrientes y visiblemente emocionadas por el nacimiento de este nuevo reto profesional, madre e hija se han dejado fotografiar juntas.

Junto a su hermana Sabina, Carmen forma parte de ese abolengo aristocrático a tener en cuenta los próximos años. Las hermanas pequeñas de Borja Thyssen, han vivido siempre en el anonimato más absoluto, a excepción de las exclusivas que ha ido dando la baronesa cada pocos años y que nos han permitido conocer un poco más sobre ellas.

Pasaron sus primeros años en la mansión que poseía su madre en la Costa Brava, Mas Mañana. Después se trasladaron a Villa Favorita, en Lugano (Suiza) hasta que en 2015 la baronesa decidió vender esta impresionante propiedad situada a orillas del lago Ceresio e instalarse de forma definitiva en Andorra, donde actualmente residen.

Según declaraciones de la baronesa Thyssen, Carmen y Sabina ya hablaban cuatro idiomas (castellano, catalán, inglés y francés) a los once años. Recibían, además, clases de arte y pintura, sabían solfeo, tocaban el violonchelo y el piano y acudían a clases de canto y ballet, una disciplina en la que se iniciaron con solo cuatro años.

Unas auténticas damas del Renacimiento que, a sus 17 años, viven alejadas de las redes sociales y triunfan a base de notables y sobresalientes al mismo tiempo que muestran interés por el patrimonio artístico de su madre. Legado que, hasta 2006, solo pertenecía a su hermano Borja, pero que desde entonces deberá repartirse entre tres, pese al distanciamiento que existe entre el primogénito y su madre desde hace años.

«Ahora les doy la educación que deben tener, pero, una vez que sepan el camino, deben elegir lo que ellas quieran y yo las apoyaré en todo. Sí me gustaría mucho, eso sí, que fueran coleccionistas, como yo, o al menos que entendieran lo que es el coleccionismo», declaró Tita.

«Carmen quiere ir a Harvard. Yo le he aconsejado que estudie Ciencias Económicas y Arte, pero de momento lo que quiere es saber, por esto estudia tanto», explicaba a la revista ¡Hola! hace un año. «Estuvo este verano en Le Rosey, en Suiza, quince días y quiere volver, porque le gustó. Nunca había estado fuera de casa y el primer día que llegó parecía que no quería quedarse… Yo le dije: «tienes la libertad de irte cuando quieras, yo no te obligo a quedarte si no te gusta». Y a los dos días estaba encantada».

Mientras, Sabina ha destacado en lo concerniente a la faceta artística. «Le gusta dibujar, pintar, bailar, la música. Es más romántica», reconoce. «Se le da genial hacer películas cortas a las que incluso les pone música…».

Como ella, además, ambas profesan amor por el mar: «Han navegado en el Mata Mua desde que eran muy chiquitinas. La primera vez que las subí fue en Sant Feliú con un añito. Y ya estaban encantadas», contaba hace unos años su madre. Una afición que comparten con el esquí. Dado que viven en Andorra, las mellizas acuden con su colegio una vez a la semana a las pistas y pasan el día con sus amigos y compañeros de clase, algo habitual en el país vecino.

En plena adolescencia, incluso, Carmen Cervera reconoce que el universo masculino ya pulula por sus mentes. Ante ello reconoce que le gustaría que se dieran la oportunidad primero de vivir a fondo sus ilusiones y, después, «ojalá encuentren a la persona adecuada en su vida que las haga felices. Es lo que deseamos todas las madres, ¿no? Que sean felices, pero que primero sepan bien lo que quieren para no desperdiciar unos buenos años de su vida», sentencia.