La estudiada estrategia detrás de las últimas apariciones de la Familia Real
Frente al encorsetamiento de los actos oficiales, los Reyes comienzan a imprimir naturalidad y aparente cercanía
Cuando los más agoreros ya proclamaban que la Familia Real se había desentendido de la tradición y el valor religioso y cultural de la Semana Santa, los Reyes, acompañados de sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, aparecían por sorpresa en Chinchón para ser partícipes de la Pasión Viviente. Como cuatro ciudadanos más, se mezclaron con la gente y destinaron más de diez minutos a saludar y hacerse fotos. Comprobaron de primera mano el cariño que les profesa la calle. Y la calle no miente, es el mejor termómetro para medir la popularidad de una persona. A diferencia del presidente Sánchez, que debe medir sus apariciones para regular la intensidad de los abucheos, la Familia Real puede transitar con toda tranquilidad porque sabe que el pueblo le respalda.
La Reina Letizia comentó con una vecina de Chinchón algunos de los aspectos de la representación, en una de las Caídas de Jesucristo. Una escena poco habitual. La Princesa Leonor, recién aterrizada desde Gales vía Londres, le mostró a su padre cómo encuadrar bien una foto con el Iphone. Una simpática anécdota que se asemeja a una escena cotidiana que puede darse en cualquier otra familia. España debe ver más a su futura Reina, al igual que se esfuerzan en otras monarquías con sus herederas.
Algunos afean a Don Felipe y Doña Letizia que hayan roto con la tradición de asistir a la Misa de Resurrección en Palma, una presencia que sin duda se agradecía, porque era la única eucaristía de carácter privado a la que acudían. En Reino Unido, la Familia Real cumple en la capilla de San Jorge en Windsor, con sus mejores galas. No podemos olvidar, en cambio, el sabor agridulce que dejó aquella misa de Resurrección de 2018, cuando la Reina Letizia y Doña Sofía protagonizaron un incidente a cuenta de una foto.
La estrategia de la Familia Real se encamina a mostrar una institución más pegada al sentir del pueblo. Lo vimos también en Cádiz, cuando los Reyes se prestaron a unirse a una cajoneada, de manera totalmente improvisada. Una imagen que aquí sorprende, pero que resulta normal en Reino Unido, donde los Príncipes de Gales pedalean en una clase de spinning, o en los Países Bajos, donde la Reina Máxima bebe de un coco. Y a Carlos III precisamente se le está instruyendo en moderar su genio y no perder los nervios en público porque se le rompa una pluma estilográfica.
Tampoco se puede desaprovechar la enorme capacidad de la Reina Letizia para comunicar y trasmitir un mensaje. Ha quedado patente tras el vídeo de felicitación de la Reina por el 50º aniversario de Informe semanal. Una intervención muy aplaudida, que revela no solo su capacidad como periodista, sino la minuciosidad y exigencia con la que desempeña sus tareas. La Reina se prepara a conciencia cada discurso, cada acto oficial y nunca se presenta como mera espectadora. Si le toca presidir un acto sobre enfermedades raras, se habrá documentado y estudiado con esmero hasta la última cifra de lo que se invierte en investigación o desarrollo de nuevos tratamientos.
La monarquía ofrece estabilidad y continuidad a la democracia. Cuanto más presente y visible sea en el día a día, mejor.