La extraña boda de Tamara Falcó
Cuando se le acababa el tiempo para desarrollar su proyecto de vida, aparece un tipo simpático, el eje de las reuniones, dicharachero y con desparpajo
Igual no es la boda que Tamara Falcó lleva soñando tanto tiempo, pero será «La Boda». En el pasado, cuando creía que el tiempo se estiraba, descartó otros pretendientes porque no estaba segura que fueran las parejas ideales y futuros padres de sus hijos. Con cuarenta años llega Iñigo Onieva, casi una década más joven. El inesperado y el que más controversia ha recibido del entorno.
En el micromundo de Tamara Falcó Preysler aplican la máxima de la Reina Sofía: ¿qué ocurre cuando no te gusta la pareja que un hijo ha escogido? Al principio intentas que cambie de opinión y cuando ves que no lo consigues, entonces lo aceptas y colaboras. «Si ella es feliz….»
Cuando a Tamara se le acababa el tiempo para desarrollar su proyecto de vida; formar una familia, aparece un tipo simpático, el eje de las reuniones, dicharachero, con desparpajo, un pelín canalla, más joven pero no inexperto y con el suficiente pijerío para entenderse. La pandemia acelera las cosas, no hay tiempo que perder. En lo que tarda en amanecer y ponerse el sol, se pasa de una declaración de amor al olvido en el metaverso. La maqueta de anillo, porque el original no estaba listo, dura en el dedo de Tamara un nanosegundo. En el transcurso del día del compromiso aparecen en bucle videos del prometido en situaciones comprometidas, por la noche la boda se ha disuelto.
Tiempo de espera y de controversias. El prometido abandonado comienza su camino de penitencia por tierras gallegas hasta culminar en Santiago de Compostela. La luz comienza a iluminar su alma errante y fiestera según visita ermitas. Su ex prometida lo sigue a distancia.
A la edad de Tamara, Isabel Preysler se había casado tres veces y engendrado cinco hijos. Y esa es la clave para que el perdón se manifieste en Navidad. Absuelve a Íñigo de los pecados del pasado y se juran amor eterno. Cómo se habría escrito la historia si Preysler le hubiera dado una segunda oportunidad de Julio Iglesias. Tamara se la da a su ex novio.
Vuelve el anillo, esta vez el definitivo, al dedo de Tamara y se suceden los viajes de luna de miel. Los del polo norte, los de las islas paradisíacas y los culturales, todos propios del catálogo de destinos nupciales. Ellos los hacen antes, para después ya se verá porque los niños se espera que lleguen más pronto que tarde y los biberones y pañales les tendrán ocupados. Viajar antes, por si acaso. Y las diferentes despedidas de solteros, también se presta que sean atípicas. Desde luego, las de Íñigo, por la cuenta que le trae, lo son. En vez de disfraces, piscinas o shows, Tamara la inicia con amigas y su hermana pequeña, en un santuario religioso.
Todo atípico, excepto la lista de boda, que se llama así. El cocinero y el traje son vascos y las pruebas del menú de boda en tandas y con la supervisión del organizador del evento, un hombre exquisito y discreto que las acompaña y aconseja a tiempo completo y obviamente también las dos madres de los novios. Las pruebas del vestido, mejor en Madrid, por si acaso.
Para Tamara e Íñigo, qué descanso sería casarse por lo civil semanas antes que por la iglesia, fecha que todo el mundo conoce y más presión reciben y ahí lo dejo.