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Katharine Hepburn, en el rodaje de Holiday, que protagonizó con Cary GrantGTRES

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Katharine Hepburn: 20 años sin el mito irreverente de Hollywood

En los rodajes se ganó la fama de fría, testaruda, rebelde e insoportable

Paradójicamente, cuando Katharine Hepburn hizo su última aparición en pantalla grande –en el drama romántico de Warren Beatty Love affair–, marcó un antes y un después en su carrera cinematográfica. Había tardado nada menos que 62 años en aceptar un papel secundario, algo sorprendente teniendo en cuenta cuánto luchó en esas décadas para mantener su estatus de protagonista.

La leyenda femenina de Hollywood tenía una personalidad única. Distaba mucho de las actrices de la época dorada que lucían los mejores vestidos y peinados en cada premiere o entrega de premios. Ella, en cambio, se vanagloriaba de no llevar nunca faldas y de ser siempre rompedora, inteligente o rebelde. Se negó durante toda su vida a firmar autógrafos, se alejaba de todo lo relacionado con la industria y se oponía a cualquier entrevista de la prensa.

«Nunca fue tan bella como Greta Garbo o Grace Kelly, ni daba titulares como Liz Taylor, ni desnudaba su alma como Judy Garland y nunca tuvo el poder interpretativo de Bette Davis», explicaba su último biógrafo, William J. Mann. Pero, pese a ello, se convirtió en el mito más irreverente de Hollywod. «Es un negocio en el que empiezas porque eres un egocéntrico», decía.

Desde bien pequeña, sabía que sus opciones de éxito eran abundantes. Hija de un urólogo adinerado y una activista sufragista, Hepburn se crio en un entorno permisivo donde no existían las limitaciones sociales de ningún tipo. Se cortó el cabello, destacó en deportes como el tenis y el golf, usaba pantalones a menudo y fumaba cigarrillos. Ya siendo una adolescente se hizo defensora de causas de justicia social y recibió una educación en artes liberales en Bryn Mawr College, donde después se graduaría en titulaciones consideradas poco femeninas como la historia y la filosofía.

En aquel momento, todavía no existía en ella ningún interés interpretativo. Estaba agradecida por su buena fortuna, que le permitía vivir con una seguridad holgada mientras intentaba decidir qué quería ser realmente. Al final, terminó sucumbiendo al hechizo de los 24 fotogramas por segundo y eligió convertirse en una estrella.

Con Cary Grant protagonizó algunos de los éxitos más sonados de su carreraGTRES

«Las personalidades del cine iban y venían, pero Katharine Hepburn tenía la intención de quedarse», escribe su biógrafo. «La única forma de hacerlo era convertirse en una institución». Y estratégicamente lo consiguió interpretando a mujeres que desafiaban el status quo.

El público se sentía perturbado y, a la vez, profundamente atraído por su personalidad testaruda, fría e hierática. Podía interpretar comedia, romance o drama, pero siempre terminaba haciendo de Katharine Hepburn. Participó en 44 películas y se convirtió en la actriz más laureada de la historia de los Oscar, consiguiendo cuatro, todos en la categoría de mejor actriz principal. Como no podía ser de otra forma, se negó a recoger ninguno.

De Humphrey Borgart odiaba su debilidad con la bebida y su mal alientoGTRES

Sea como fuere, La fiera de mi niña, Historias de Philadelphia, La Reina de África o La mujer del año son inimaginables a día de hoy sin mencionar su nombre. Y no solo por su brillantez interpretativa, sino por la relación que gestó con sus parteneires masculinos. A Cary Grant, con quien protagonizó cuatro películas –entre ellas La fiera de mi niña e Historias de Philadelphia– le unió una amistad de por vida. No fue así con Humphrey Bogart, a quien tuvo de interés amoroso en La reina de África.

Su rodaje tuvo más tintes aventureros que el propio río congolés-belga por el que vagaban los protagonistas. Ataques de jabalís, fiebres, calor agobiante, disentería, malaria... fueron algunos de los inconvenientes que soportaron. Pero estos no fueron los peores. Como sus personajes, ella era una mujer bastante estirada y él, un buen amigo de la bebida. Hepburn se quejaba continuamente del aliento de su compañero y una noche llegó a arrojar al río toda la provisión de whisky del que disponía el equipo, como ya había rodado días antes para la película.

Spencer Tracy y Katherine Hepburn rodaron juntos en nueve películasGTRES

Más memorable incluso fue La mujer del año, donde conoció al que sería el gran amor de su vida: Spencer Tracy. Con él mantuvo el secreto a voces más famoso de Hollywood. Veinticinco años de relación en las que la indomable Katharine se rindió a ser «la otra».

Aceptó las reglas del juego con tal de no perderle y dieron rienda suelta a un affaire en el que soportó el matrimonio del actor que nunca terminó, su alcoholismo, sus ataques de ira y violencia, sus romances con otras mujeres y que su nombre siempre fuese por encima en los títulos de crédito. Y todo mientras su idilio no existía de cara a la galería pública, gracias en parte al compromiso de la prensa de silenciar los rumores que los unían.

Solo él fue capaz de plegar mínimamente la feroz independencia que la caracterizaba. Pero su sumisión fue fugaz. Ni siquiera en su funeral se rindió a lo que se esperaba de una estrella del cine. Dejó bien claro que, a su muerte, no quería que se celebrase ningún sepelio en su honor. Sus deseos fueron respetados, pero para honrar su legado, las luces de Broadway se apagaron durante un minuto en su entierro. Un tributo apropiado para la brillantez de una estrella que veinte años después aún no se ha extinguido.