¿Plancha Yolanda Díaz en su casa o en una oficina?
Una entrevista a la candidata de Sumar a la presidencia de España ha generado dudas sobre su verosimilitud en las redes sociales
«Suelo planchar, porque me encanta planchar, porque me relaja» es una de las primeras afirmaciones que Yolanda Díaz realiza en una entrevista publicada este miércoles por el diario Público. Antes, en un intento por ofrecer una escena casera y que prácticamente todo el mundo reconocería familiar, se deja ver planchando mientras habla de su hija y de las «dos horas» que duerme durante la campaña electoral. «Soy muy nerviosa y me paso horas, casi todos los días, planchando. Cuando llego de trabajar me concentra, me fijo en un punto y plancho. Plancho mi ropa y la de todo el mundo», sigue la vicepresidenta en funciones. Pero esa escena tiene un elemento que rompe ese costumbrismo en el que la entrevista pretende envolver a la política y no ha pasado desapercibido para las redes sociales.
¿Dónde plancha Yolanda Díaz? ¿Es su casa o es una oficina?, se preguntan muchos internautas. Si, como ella misma asegura, está acostumbrada a planchar cuando llega a casa, ¿por qué en el vídeo de la entrevista se puede ver a su espalda un dispensador de gel hidroalcohólico más propio de una oficina o un lugar público que de un hogar? Resulta poco habitual, por no decir nada habitual, que un hogar privado cuente con este tipo de dispensadores. En caso de que no se trate de su domicilio, ¿la tabla de planchar, la plancha y el tendedero con ropa colgada no son más que atrezzo usado para la entrevista? Cuantos interrogantes generados en apenas 25 segundos.
Al margen de la dudosa escenificación del amor por la plancha de Yolanda Díaz, otro elemento también ha llamado la atención de los tuiteros a los que nos se les escapa ni el más mínimo detalle. Se trata del mando de la climatización que se puede ver también detrás de Díaz. Aunque la imagen no es de la mejor calidad, se puede apreciar claramente que la temperatura que marca el mando son 17 grados. Una temperatura muy por debajo de los límites que el Gobierno de Pedro Sánchez estableció como ecológicos para combatir la crisis energética y, de paso, el sempiterno mal del cambio climático.