Fundado en 1910

Esther Koplowitz, en una imagen de archivo

El nuevo motivo para sonreír de Esther Koplowitz

Su labor social al frente de la fundación que lleva su nombre ha sido premiada

Esther Koplowitz recibe en Madrid la Medalla de Honor de la Academia de Medicina a la misma hora que Gustavo Cisneros presenta un documental sobre su vida. Los invitados hemos tenido que repartirnos.

Esther Koplowitz ha sido reconocida por su labor social con la Cruz de Oro de la Orden Civil de Solidaridad Social, el XV Premio Blanquerna, Medalla del Trabajo, la medalla de oro al Mérito Científico y desde hoy, con la Medalla de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina de España que le entrega el presidente de la Institución en presencia de su familia y amigos.

Esther Koplowitz es infatigable, tenaz, cabezota, generosa, agradecida, tierna, fiel, tremendamente coqueta, sensible, con una sorprendente memoria y como los antiguos caballeros de honor cierra una conversación con un contundente apretón de manos. Esther es todo esto y también una mujer que ha repartido, sin pretender nada más que aportar un grano de arena, cientos de millones de alegrías porque sus donaciones salvan vidas, pero eso sí, siempre subida en sus impecables zapatos de altísimos tacones.

No ha dejado de atender la fundación que lleva su nombre, creada en 1995 con fondos de su propio bolsillo. Aunque su anónima labor de mecenazgo se remonte a décadas anteriores.

Esther Alcocer Koplowitz, en ZarzuelaGTRES

Aunque lleva más de cuarenta años haciendo filantropía, sigue considerando que los reconocimientos públicos, «los agradezco mucho pero no me los merezco y ojalá tuviera más recursos para hacer más». Lo dice de corazón es incansable y sensible. Personas como Esther Koplowitz hacen que el mundo sea mejor e incluso, a que se te olvide que te dolía algo. «La «Poclovi» me llamó recién operada a mí que no tengo familia y nadie me conoce y se me olvidó hasta el dolor» me contaba una residente de una de las residencias de mayores que tutela la empresaria. Hace mucho bien con la mano izquierda sin que la derecha lo sepa. Así de discreta es.

Si ella no tiene más presencia es por el pavor que siente a que alguien piense que quiere protagonismo. Hay quien lo achaca a que es tímida. Yo lo achaco a su necesidad de vivir en un necesario perfil bajo. Sufrió y mucho, con la exposición pública a raíz del divorcio del padre de sus hijas. No es tímida, es discreta. No es aburrida, es un divertido torbellino y a un día le saca el doble de horas por su híper actividad y porque le cuesta decir no. En los discursos de agradecimiento, se limita a un escueto «gracias», pero en privado es una conversadora infatigable y pregunta mucho.

Tiene la suerte de que sus hijas; Esther, Alicia y Carmen y desde hace unos años también sus nietos, se involucran. Las mujeres Koplowitz, siguen el día a día de lo que ocurre en todos los proyectos sociales que tienen en marcha. Funcionan con las reglas de los caballeros del honor: todas a una como en un matriarcado.

El motivo por el que es premiada

La creación del Centro Esther Koplowitz es un hecho de gran relevancia en nuestro país y es por ello que ha recibido diversos reconocimientos del mundo científico, como la medalla de honor que le acaban de conceder. En primer lugar, representa la primera experiencia de colaboración público-privada en el ámbito de la investigación biomédica. El centro se construyó gracias a una importante donación de la Fundación Esther Koplowitz, completada con ayudas de los Gobiernos de España y Cataluña y de la Unión Europea. En segundo lugar, es el primer Centro Orientado a la Investigación de Enfermedades relacionado con un gran hospital universitario, el Hospital Clinic de la Universidad de Barcelona. La colaboración estrecha entre el Hospital Clinic y el Centro Esther Koplowitz genera innumerables sinergias que facilitan que la investigación se centre en problemas reales de los enfermos. Finalmente, el Centro Esther Koplowitz tiene entre sus misiones no solo producir ciencia sino formar investigadores capacitados para el estudio de las enfermedades a todos sus niveles; molecular, celular, modelos experimentales y pacientes.

El Centro de Investigación Biomédica Esther Koplowitz, está operativo desde 2010, tiene capacidad para unos 400 investigadores. La construcción de este edificio de 9.500 metros cuadrados, significa el mecenazgo más importante a la investigación científica hecho en España y uno de los más importantes de Europa.

El apoyo a la investigación biomédica y la lucha contra las enfermedades es una de las áreas de la Fundación Esther Koplowitz que también dota de fondos a la Fundación Alzheimer que promueve la reina Sofía y ha donado al Hospital Clínico San Carlos de Madrid el robot Da Vinci como apoyo a su programa de cirugía robótica, entre otros múltiples proyectos.