El detonante real de la abdicación de la Reina Margarita (y no es Genoveva)

Cuando a las tres de la tarde del domingo 14 de enero la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, salga al balcón del palacio de Chistiansborg y anuncie a los cuatro vientos que Dinamarca tiene un nuevo rey, Federico X, y éste salude a su pueblo, mientras se disparan ochenta salvas, su madre, que ya será la Reina Margarita, lo estará viendo desde el salón de su palacio por televisión, como el resto de súbditos.

La hasta ahora Reina, una vez que firme su abdicación en presencia del príncipe heredero, Federico, del príncipe Cristián y delante del Consejo de Estado reunido en sesión extraordinaria en el castillo de Christianborg saldrá, a las dos y cuarto por la misma puerta en la que entró como La Reina, como Reina Margarita. Un importante matiz. Y se marchará en un coche y no en el carruaje de caoba del Aniversario de las Bodas de Oro, escoltada por el escuadrón de húsares, como llegó cuando era La Reina. Esos honores se reservan a la nueva pareja real, Federico y Mary, que abandonarán el castillo a las tres y media y se dirigirán a su residencia, el palacio Federico VIII. Allí ondearán su estandarte, sus colores y su nuevo rango. Todos seguirán viviendo en el complejo de Amalienborg, donde lo hacían horas antes de ese cambio de tronos. Al menos, de momento.

En ese complejo hay cuatro palacios alrededor de un patio abierto; el palacio de Christian IX donde vive en los meses de invierno la reina Margarita. El de Frederik VIII, que es la vivienda de los nuevos reyes. El de Christian VII, que se usó de guardería para los príncipes Federico y Joaquín y ahora se reserva a huéspedes y el palacio de Cristián VIII, que es la residencia de los príncipes Joaquín y Marie, cuando están en Copenhague y de la princesa Benedikte, la hermana pequeña de Margarita.

Progresivamente el país irá renovando las marquesinas, escaparates y casas danesas decoradas con una enorme letra M coronada realizada con margaritas, en honor a la madre del monarca, irán retirándose, igual que los sellos y monedas con su figura, porque Dinamarca está en la Unión Europea pero conserva su moneda, las coronas.

El lunes 15 será un día de recepciones para la Familia Real en el parlamento. Los actos oficiales terminarán una semana después, el domingo 21 con un servicio religioso en la catedral de Aarhus. Ni desfiles, ni bailes de gala, ni fiestas con los parientes coronados del resto del mundo o de la sociedad.

Problemas de espalda

La primera monarca que abdica al trono danés en 900 años meditó esta decisión hace un año, a raíz de una operación de espalda, aunque ya había dado algunos pasos para facilitarle el reinado a su hijo Federico. La reina decidió empezar el año pasado reduciendo el núcleo de la familia. Les quitó el título de Altezas Reales a los cuatro hijos de su hijo que desde entonces son condes, el título que heredaron de su abuelo paterno. El difunto e inconformista Conde de Laborde de Monpezat que siempre luchó por tener, sin éxito, la misma distinción que su esposa, y ser Rey, se quedó en príncipe Henrik. Algo que ahora sí será su nuera, la australiana Mary Donaldson, que tuvo que aprender aceleradamente las costumbres de Dinamarca, el idioma y el protocolo de la Corte, de ahí que sea la princesa que mejor hace las reverencias. También tuvo que renunciar a su ciudadanía inglesa y australiana, pero no a su religión presbiteriana, muy próxima a la luterana-evangélica que practica su familia política.

Desde este fin de semana habrá cuatro reyes abdicados. Algo inédito en la historia de las monarquías. Tradicionalmente los reyes al morir daban paso a un nuevo monarca. Ha muerto el rey. Viva el rey. Ahora los achaques de la edad, una enfermedad o un mal comportamiento, motivan la abdicación. La primera en abrir brecha fue la Reina Beatriz en los Países Bajos, que pasó a ser princesa. Por el contrario, los siguientes en dejar la Corona, Alberto II en Bélgica y Juan Carlos I en España, se aseguraron seguir siendo reyes y por tanto, conservar el privilegio de no inclinarse ante nadie. Todos, excepto Juan Carlos I, siguen viviendo en sus palacios y recibiendo su asignación y al estar los reyes abdicados apartados de sus funciones regias, no cuentan con agenda oficial, excepto que el titular les requiera para que acudan a un acto puntual.

En cualquier caso, la Reina Margarita, de todos los abdicados, es la que tiene más aficiones y no echará de menos la agenda oficial. Familiarmente se la conoce como Daisy, margarita, es escritora, pintora, guionista, elabora textiles de iglesia, es bordadora, escenógrafa, pianista y hasta hace découpage con los que decora sus palacios o regala a sus invitados, como los reyes Felipe y Letizia.

Eso mismo ocurrirá con Margarita, que desde las tres de la tarde del 15 de enero, pasará a ser Reina Margarita. El nominal Reina será para Mary Donaldson. Eso significa que nuevos miembros, como la tía del nuevo rey, Benedikte, su hijo el príncipe heredero, Cristián, su hermano, Joaquín, que vive con su segunda esposa Marie y los dos hijos pequeños en Washigton, pueden representarle e incluso, Marie Donaldson, la Reina podría ser regente en funciones y desempeñar funciones como Jefa del Estado, cuando su primogénito, el heredero y su marido, el Rey, no puedan.

Desde 1840 no hay coronaciones en Dinamarca, como en Inglaterra, de ahí que sus símbolos; la corona real, el cetro y el orbe, no salen de la cámara del tesoro en los bajos del Palacio de Rosenborg, donde se exponen al público. La corona real sólo sale de su custodia, cuando muere un rey y se la coloca encima del ataúd.