«No sé ni cómo estoy vivo»: Sabina y el día que pensó que no llegaría a los 75
El ictus que sufrió el cantautor, justo cuando vivía un pico de gran creatividad, estuvo a punto de secar su ingenio: «Había dejado la coca hace seis meses»
En la discografía de Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén, 1949) hay numerosas alusiones al hecho inevitable de hacerse mayor. Un hombre que ha jugado a ser joven eternamente, que se ha aplicado durante años al sexo, las drogas y el rock and roll, le ha cantado mucho a la vejez: «No dormir era más dulce que soñar / Y envejecer con dignidad, una blasfemia», escribió en Leningrado (2017). También en su premiada Sintiéndolo mucho (2022): «Siempre he querido envejecer sin dignidad / Aunque al fusil ya no le quede ni un cartucho / Si el corazón no rima con la realidad / Cambio de rumbo, sintiéndolo mucho».
La trayectoria de Sabina es casi tan amplia como su leyenda nocturna. El piso de Tirso de Molina (ese «bar que no cerraba nunca») acogía grandes juergas y noches disparatadas, consecuencia de su empeño en dar copia de la llave a casi todo el mundo.
Joaquín Sabina ha cumplido 75 años poco después de culminar su gira Contra todo pronóstico, que es casi una confesión de la escasa confianza que tenía en su propia supervivencia. En el libro 19 días y 500 noches. Sabina fin de siglo (2019), el cantautor reconoce abiertamente que no sabe cómo sigue vivo, sobre todo después de ese disco (19 días y 500 noches) que tanto éxito le dio pero al que dedicó también tantos excesos: «Ahora sería incapaz de estar dos meses o tres solo escribiendo. Es que me dormía con el cuaderno en la mano, me dormía muy tarde, y cuando me despertaba iba directamente al cuaderno. Era capaz de estar dos o tres horas con un cuarteto o con un verso solo, corrigiendo», explica en el libro de Juan Puchades.
¿Cómo aguantó ese ritmo tan singular de trabajo? Pues con droga, inevitablemente. «Ese punto de concentración obsesiva que te da la coca es imposible de encontrar de otra manera. Durante unos años es una cosa estupenda para escribir canciones, luego no (…). El disco es un disco de coca, completamente», reconoce.
Aquel trabajo sembrado en 1999 y recogido en el 2000 fue un éxito rotundo. Sabina cambió de siglo a lomos de canciones que todavía hoy son medulares en sus conciertos, sobreviviendo a los discos que vinieron después. Sus escuderos de casi toda la vida, como Pancho Varona o Antonio García de Diego (que apenas tuvieron participación en el disco), reconocen que 19 días y 500 noches tiene un nivel compositivo altísimo. Sabina estaba en forma, musicalmente hablando, se le caían las letras de los bolsillos, recuerda su entorno, pero la salud le traicionó poco después: un ictus estuvo cerca de secar el ánimo y la imaginación del cantautor.
¿Qué pasó? Hay quien lo atribuye a los años de nocturnidad y excesos, acentuados para alumbrar ese disco. Pero el propio Sabina, años después, quiso desvincular el infarto cerebral del álbum 19 días y 500 noches e incluso de la droga: «No, eso creían a mi alrededor, y tal vez no les faltaba razón, ¿no? Creían que el ictus fue de la coca, pero la había dejado seis meses antes. Seis meses antes, no del disco, sino del ictus». Para entonces, cuentan que ya había cambiado la cerradura de su piso y estaba modificando algunos hábitos (pocos).
Lo que no dejó en ningún momento fue el tabaco. En época de grabación era capaz de fumar hasta cuatro paquetes de Ducados por día. De hecho, para la portada de 19 días y 500 noches se pensó en una cajetilla donde pusiera «Sabina» en vez de «Ducados», pero lo descartaron incluso desde la propia Tabacalera. Sabina fumaba muchísimo, incluso para ellos. Así lo cuenta el director de la discográfica de Sabina en el libro de Puchades: «Alejo [Alejo Stivel, el productor del disco] es un tipo muy creativo, y la portada de Ducados quien la trajo a la compañía fue él, no fue nadie de Ducados ni de marketing ni nada, y no se pudo publicar porque Sabina era demasiado malote para Ducados, para Tabacalera, y decían: ‘Es que se va a morir cualquier día y se van a creer que ha sido por fumar Ducados’».
El caso es que Sabina sigue vivo… y Ducados también.