¿A dónde van a parar los regalos que reciben Felipe VI y Doña Letizia?

El 16 de agosto del 2022 el publicista y artista mallorquín, Manuel Granero, conocido como Lolo Garner, granero en inglés, me envío un mensaje «ya la he acabado mira». Eran un par de fotos, de la maqueta en un ordenador, del rostro de Doña Letizia. El paso previo a enviarlas al robot que cortaría las placas de acero, necesarias para realizar la escultura de la que se ha estado hablando esta semana.

A los pocos minutos, recibo otro mensaje: «En un rato te envío la foto final, le he hecho unos retoques y me das tu opinión». Al día siguiente, otro: «Lo que te envío es la maqueta. Como ves la imagen, tu que la tienes más de por mano. ¿Es ella o le ves algo?». Mi respuesta; «Es ella, sin dudarlo». Dos meses más tarde, el 14 de octubre de 2022, Lolo me adelanta que ya está «liado» con la escultura en formato grande pero que aún no puedo contarlo.

Me comenta que, en previsión de que no le guste a Doña Letizia, le envía la replica de la escultura en formato pequeño al palacio de La Zarzuela. La respuesta es favorable. Eso anima al artista a terminar de perfeccionarla y hacerle «que sonría sutilmente».

El artista mallorquín, para su realización, escoge las fotos de la galería de fotos oficiales que le hace Estela de Castro en 2020 a cuatro de los seis miembros de la Familia Real. Hace bien acudiendo al álbum oficial porque estuvo barajando imágenes más antiguas, en las que al rostro de Letizia le faltaban los retoques estéticos que se ha ido haciendo en estos años. De esta forma el resultado final se acerca más al aspecto actual de la reina.

Cuándo se encargan las esculturas

Todo comienza el 7 de agosto de 2021, en el acto de entrega de los trofeos de la 39 Copa del rey de Vela en Mallorca. Lolo Garner, como autor de la obra y en nombre del club náutico de Palma, cuyo presidente Emérico Fuster es quién tiene la idea, le hace entrega al Rey Felipe de una escultura optocinética de él a tamaño gigante, dos metros de rostro regio en láminas de acero cortén.

Dos años tienen que pasar, hasta que, en el mismo acto oficial de entrega de trofeos del verano pasado, el Rey Felipe acepta como regalo institucional, con destino a incrementar el fondo artístico de Patrimonio Nacional, la escultura de su esposa. Doña Letizia, que no suele acudir a los eventos de la Copa del Rey de Vela, no hace una excepción el verano pasado y no acude, aún siendo conocedora que, en la entrega de trofeos, se le regalaría su escultura.

El artista mallorquín, unos días antes, se encarga de decírselo personalmente en la recepción oficial que los Reyes ofrecen a la sociedad civil en los jardines del Palacio de Marivent. De esta forma, Doña Letizia sabe que la entrega pública de su escultura se realizará de la misma manera que en 2021 con la de Don Felipe. Aún así declina, como es su costumbre, asistir a la entrega de trofeos de la 41º Copa del Rey de Vela y delega en su esposo la recepción oficial de la escultura.

Ahí es cuando el rey bromea con el artista y le dice jocoso: «Más nos vale a ti y a mi, que le guste». Dando a entender que doña Letizia tiene un carácter fuerte que no parece disimular. Y que ya dimos a conocer en exclusiva en El Debate el día que sucedió.

El arte es intangible, pero tiene un precio que sobrepasa el establecido en el código de buenas conductas impuesto por el Rey en su Casa. Desde el 1 de enero de 2015 se encuentra en vigor la «Normativa de regalos a favor de los miembros de la Familia Real». Los regalos institucionales y los privados costosos, cuando se aceptan van a parar al fondo de Patrimonio Nacional. Transparencia.

De los 170 obsequios institucionales con el que el Rey es agasajado en el año 2021, uno de ellos es la escultura de acero cortén que lleva desde 2022 a la intemperie en los jardines al lado del mástil con la bandera de España, donde hace semanas se colocó la de doña Letizia.

Desde el momento en el que se reciben las esculturas, estas pasan a ser propiedad de Patrimonio Nacional y se ubican en los jardines del Palacio de La Zarzuela y no en el conocido como El Pabellón que es su residencia privada. En su casa familiar pueden disfrutar de las maquetas pequeñitas con sus rostros que también les hizo llegar el escultor.

Por cierto, que ambas obras de arte tardaron en llegar a Madrid desde Baleares por lo costoso del traslado, en avión de carga o en barco y luego por carretera en camión de gran tonelaje, dado su volumen y peso, 400 kilos cada una y 2,20 de alto por 2 de ancho. Y aunque el artista quiso correr con el coste del traslado, en la Casa Real prefirieron encargarse ellos de la operativa, de ahí el retraso.

El torero Juan José Padilla y el Papa Francisco también tienen obras optocinéticas creadas por Lolo Garner. Un inteligente y apasionado de la tecnología que, junto a su equipo Cut & Go, fueron pioneros en Baleares en el empleo de la robótica, el 3D, el láser, el plasma de alta definición, el escáner, la Inteligencia Artificial o la realidad virtual. Con sus dotes para el marketing, la publicidad y sus esculturas de los Reyes Felipe y Letizia la proyección será tan galáctica, como él y el presidente del Real Club Náutico de Palma, Emérico Fuster, será reconocido como el hombre que lo hizo posible.