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Así es el lujoso refugio de Doña Sofía en Grecia
La mujer del Rey Juan Carlos posee dos conocidos Marivent griego
El vínculo de Felipe de Edimburgo con Inglaterra va poco más allá que ser padre de Carlos III, marido de Isabel II y consorte de la misma durante más de siete años. En realidad, el que fue duque hasta su fallecimiento en 2021 procede de Grecia, donde su familia tuvo que huir escondido en una caja de naranjas a causa de que Grecia se encontraba en pleno conflicto con Turquía. El joven príncipe se convirtió en un refugiado de guerra y pasó el exilio junto a su familia en Paris, a quienes retiraron la nacionalidad helena.
Curiosamente nació en la mesa de comedor de la villa Mon Repos, situada en la isla de Corfú, en Grecia. El nombre francés de la villa significa Mi descanso y fue, con todas las de la ley, el lugar de retiro de la realeza griega en el siglo pasado. En especial para Doña Sofía. Atesora gran parte de los recuerdos de juventud allí, algo que no cambió cuando conoció al Rey Juan Carlos. Al comienzo de su relación, de hecho, pasó un verano inolvidable con él y sus padres en esta residencia.
Construido a comienzos del siglo XIX, es un palacio al que muchos califican como el Marivent griego. Su emplazamiento frente al mar mediterráneo y sus grandes y espectaculares jardines demuestran que la propiedad guarda similitudes con el mallorquín, edificado a principios del siglo XX. La familia real la utilizó como residencia de verano hasta que el Rey Constantino huyó del país en 1967. Posteriormente, la villa quedó abandonada, pero fue restaurada en la década de 1990 y reabierta poco después como museo para contener tesoros arqueológicos de las Islas Jónicas.
Sin embargo, el lugar donde la madre de Felipe VI pasó los años más felices de su vida fue bajo los muros del palacio Tatoi. El palacio se convirtió a finales de 1948 en la residencia permanente de la Familia Real de Grecia. Se ubica a los pies del monte Parnés, a las afueras de Atenas y cuenta con una extensión de 4200 hectáreas y 40 edificios, entre los que se encontraba una lechería, una carnicería, una herrería e, incluso, un hotel.
«Tengo maravillosos recuerdos de nuestra vida familiar en Tatoi. Me parece estar oliendo aquellas brisas, entre los eucaliptos, los pinos, los castaños y los cipreses», cita Pilar Urbano como palabras de Doña Sofía en su libro La Reina. Desde que Constantino y Ana María tuvieron que huir al exilio por la inminente instalación de la República en Grecia el palacio está deshabilitado. Tras años de abandono, el Estado se hizo cargo de la propiedad al empezar a estar incluida en el Consejo Central de Monumentos Modernos.
En agosto de 2021, un incendio de grandes dimensiones estallaba al norte de Atenas, arrasando con todos los bosques de su alrededor y llegando a la propiedad, pero sin arrasarla. Las piezas de más valor quedaron a salvo, incluido el cementerio real, pero la finca sí sufrió diversos daños.
Curiosamente, pocos meses antes, fue visitado por Carlos III, que en un viaje privado a Grecia quiso conocer los lugares donde se crio su padre, viendo de primera mano el estado en el que se encontraba el palacio y todo el entorno.
Tras esta visita, el Rey llegó a un acuerdo con el Primer Ministro, Kyriakos Mitsotakis, para restaurar el Palacio de Tatoi, en homenaje a su padre, el príncipe Felipe, nacido en Grecia. El objetivo del Rey Carlos III es devolver al recinto de Tatoi todo su esplendor de antaño y abrir las puertas al público, con una exposición permanente con muebles originales, prendas y otros objetos.
Los trabajos de reforma tendrán un coste aproximado de 15 millones de libras y está previsto que finalicen en torno a 2025. De hecho, en el proyecto de reforma se encuentra la reconversión de los establos en un museo o la renovación completa de los jardines. Esto último es un detalle muy importante, dado que es allí donde se encuentran las tumbas, incluida la del Rey Constantino, fallecido el mes de enero del año pasado.