Fundado en 1910

Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos, el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista, y el abogado García MontesEFE

Rafael Amargo vendía droga en su piso de Madrid para financiar obras de teatro, según la Policía

En la Audiencia Provincial de Madrid ha comenzado este lunes el juicio a Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos y el socio del artista Miguel Ángel Batista

Los policías que investigaron al bailaor Rafael Amargo, acusado de traficar con droga desde su piso de Madrid, determinaron que él y el productor Eduardo de Santos vendieron droga conjuntamente para financiar la obra Yerma, que se estrenó en diciembre de 2020, y han relatado cómo era el «modus operandi» de los acusados. En la Audiencia Provincial de Madrid ha comenzado este lunes el juicio a Rafael Amargo, el productor Eduardo de Santos y el socio del artista Miguel Ángel Batista, acusados de integrar un grupo que traficaba con droga, fundamentalmente metanfetamina, que presuntamente vendían desde el piso de Amargo.

La Fiscalía pide nueve años de cárcel para el artista por vender droga de forma «persistente» junto con el productor, para el que pide la misma pena. Para el otro acusado solicita seis años de cárcel por ser un «hombre de confianza» que entregaba la droga a los compradores. Al inicio de la vista oral el tribunal ha aceptado, a petición de las defensas, que los acusados declaren al final del juicio, de manera que se prevé que lo hagan el jueves a última hora o el viernes.

Amargo ha llegado a la sede judicial a primera hora de la mañana en un furgón de la Guardia Civil, ya que está en prisión provisional desde el pasado 3 de noviembre porque la Audiencia Provincial determinó que no había cumplido con la obligación de firmar cada 15 días en el juzgado.

Ha aprovechado la entrada a la Sala para saludar brevemente a su padre y a su hermano, que estaban en el pasillo y que han seguido la vista.

El instructor del atestado policial por el que se detuvo en diciembre de 2020 a los procesados, tras seguimientos e intervenciones telefónicas, ha desgranado cómo fueron las pesquisas por la que concluyeron que los tres estaban implicados en venta de droga a través de «mulas» que iban al piso de Amargo, en el barrio de Malasaña, y se movían en VTC.

Y que Amargo y De Santos vendieron droga conjuntamente para poder financiar la obra Yerma, que se estrenó en Madrid el 5 de diciembre de 2020 tras unos días de retraso debido precisamente al arresto del artista el 1 de diciembre, tras el que quedó en libertad pero investigado.

«Vimos dos cosas, la primera que Eduardo (de Santos) era el productor de la obra de Yerma, que Eduardo y Rafael estaban haciendo compras conjuntas (de droga) con el fin de obtener un beneficios para financiar esa obra», para la que necesitaban unos 3.000 euros, ha dicho el policía.

El bailaor Rafael Amargo (2i), el productor Eduardo de Santos (3i) y el socio de Amargo, Miguel Ángel Batista (i), en el banquillo de los acusados en la Audiencia Provincial de Madrid, donde arranca el juicio contra ellos por, presuntamente, integrar un grupo que traficaba con droga, fundamentalmente metanfetamina, que vendían desde el piso de Amargo. EFE/ Daniel GonzálezEFE

Ha añadido que además cada uno vendía «por su cuenta», según las pesquisas practicadas, que revelaron que Amargo no tenia dinero para financiar Yerma porque tenía embargos, y por eso la obra la financiaba el productor.

El responsable policial de la investigación ha precisado que la misma comenzó cuando se detectó un mayor movimiento de droga por la zona de Malasaña y de Chueca, y al buscar la procedencia llegaron hasta un inmueble de la calle Palma número 4 en el que había «trasiego de personas».

Así vieron cómo supuestas «mulas» usaban vehículos VTC para llevar droga desde el piso a los compradores, y que «tomaban medidas de seguridad». Y constataron que había personas implicadas que ya conocían porque habían sido detenidas antes por compraventa de sustancias estupefacientes.

Una vez que el juzgado autorizó intervenciones telefónicas, una de ellas en el terminal que los implicados llamaban «el teléfono del traqueteo», comprobaron cómo era el «modus operandi» del grupo, que normalmente vendía cantidades de entre 25 y 100 gramos de metaanfetamina, aunque también movían otros estupefacientes.

También vieron que los acusados «buscaban proveedores que sea buenos y sea baratos» y llegaron a buscar un trastero supuestamente para guardar la droga.