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Andrés Meizoso y Yolanda Díaz, en una imagen de archivoGTRES

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Así ha cambiado la vida de Juan Andrés Meizoso tras divorciarse de Yolanda Díaz

Con un perfil discreto, el delineante ha olvidado las sombras de la política para refugiarse en el mar de La Coruña

El pasado mes de enero, en plena búsqueda de revitalizar su imagen, Yolanda Díaz decidió visitar el late night emitido en La 2, Late Xou. Lo que muchos veían como una forma de mostrar a la persona que se esconde, la política terminó haciendo una errada estrategia de comunicación en la que confesó a Marc Giró, su presentador, que era una «obsesa del trabajo» o una «neurótica de la plancha».

Además, le dio una patada al feminismo que abandera llamando a Juana de Castilla «la Loca» y aseguró que solo utilizaba «moda galega», cuando es evidente que no siempre va vestida de marcas de su tierra en sus actos públicos. Entre tanta declaración controvertida, Yolanda Díaz dijo alguna que otra verdad. Incluso anticipó de forma indirecta su separación. Reconoció que vive con su hija, Carmela, y que es «súpermonomarental».

Yolanda Díaz junto a su exmarido Juan Andrés MeizosoInstagram

Una palabra, por cierto, que no está recogida en el diccionario. Aunque en el momento fue pasado por alto, el término adquirió sentido semanas después cuando se hizo pública la separación de su marido, Juan Andrés Meizoso, tras veinte años de matrimonio.

La pareja se conoció cuando ambos vivían en Galicia. La universidad les unió cuando Díaz estaba incurriendo, poco a poco, en la política local. Participaba junto a él en movimientos relacionados con Comisiones Obreras (CC.OO.), aunque ya estaba afiliada al Partido Comunista Español (PCE).

A partir de entonces, Meizoso se convirtió en un aliado en la sombra de la política. La acompañó a Ferrol, su ciudad natal, cuando, en 1998, fundó su propio despacho de abogados. Y, años más tarde, cuando se convirtió en teniente alcalde de la ciudad gallega, candidata a la presidencia de la Xunta y viceportavoz de su grupo en el Parlamento Gallego. En 2015, ya llegaría su puesto como diputada en el Parlamento nacional, y 2020, el ministerio de Trabajo.

No oficializaron su relación hasta el 14 noviembre de 2004 en una ceremonia poco tradicional que también se llevó a cabo en Galicia, como no podía ser de otro modo. Entre lo más destacado de la unión, fueron sus propios atuendos. Dejando de lado los clásicos blanco y negro de los novios, Yolanda optó por un vestido rojo mientras Meizoso eligió un traje beige.

Han pasado gran parte de su vida en pareja en La CoruñaGTRES

Durante casi dos décadas, su historia de amor tuvo como protagonista la terriña galega. Cuando Díaz ascendió a ministra en 2020, de hecho, iba y venía a Madrid sin perder la conexión con Galicia. En su vivienda familiar de La Coruña que poseía a medias junto a Meizoso siempre la esperaban él y Carmela, la única hija que han tenido en común.

No fue hasta un año después cuando decidió que su familia se instalase en Madrid. Fue durante la pandemia, cuando ambos estaban visitando a la política, y el confinamiento desencadenó una mudanza improvisada que terminó siendo unilateral. El traslado no sentó bien al matrimonio porque, tan solo tres años después, anunciaron su separación y Meizoso abandonó el hogar del que ella se benefició al entrar a formar parte del Gobierno: un piso de 445 metros cuadrados en pleno paseo de la Castellana.

Tal y como desveló El Español, el desencadenante de la ruptura habría sido que Meizoso no se habría «adaptado» a su vida en la capital por la búsqueda de un nuevo trabajo y una rutina que no le llenaba personalmente, por lo que habría huido de la ciudad. Celoso de su vida privada, siempre ha intentado permanecer en un discreto segundo plano, aunque se conoce que trabaja en Navantia, donde desarrolla su carrera como dibujante técnico o delineante.

Que la sede de esta empresa esté en Fene, el pueblo natal de Yolanda y en el que ambos residieron en su juventud, da a entender que se ha instalado de nuevo en él. Meizoso reside ahora en la vivienda que la pareja compró al 50 %, un chalet adosado de fachada blanca y piedra con vistas al mar, según apunta Vanitatis. Allí desarrolla ahora su perfil discreto, prácticamente invisible, entre fogones y libros, sus dos grandes pasiones junto a su trabajo.