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Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en una imagen de archivo en IbizaGTRES

El modus operandi de Sánchez y Begoña Gómez para sus vacaciones más delicadas

Todo apunta a que el presidente se alejará de la vida pública hasta al menos el 20 de agosto

Este verano, Pedro Sánchez está viviendo unas vacaciones presidenciales enmarcadas por un torbellino de drama y secretismo. Desde el 31 de julio, el presidente español se ha embarcado en una pausa prolongada de la vida pública, marcada por una serie de eventos que han acaparado la atención mediática. La fuente de todo este revuelo es, sin duda, el escándalo que ha rodeado a su esposa, Begoña Gómez. La situación ha obligado a Sánchez a blindar sus vacaciones, sumiéndolas en un manto de discreción y planificación meticulosa.

Todo apunta a que el presidente se alejará de la vida pública hasta al menos el 20 de agosto, momento en el que se prevé que vuelva a presidir el Consejo de Ministros. Además, fuentes cercanas al entorno presidencial han revelado que a finales de agosto, alrededor del 26, Sánchez emprenderá un viaje internacional, muy probablemente a Latinoamérica. El gran misterio de este verano, sin embargo, es el destino vacacional de Sánchez y su familia. En torno a eso, el citado medio ha adelantado que, al igual que el año pasado, el presidente y su familia se embarcarán en un viaje encubierto a un destino aún desconocido. En 2023, Sánchez y su familia optaron por Marrakech, donde el presidente adoptó una boina para pasar desapercibido. Este año, la estrategia de discreción se mantendrá, y la familia Sánchez-Gómez tomará un vuelo hacia un lugar aún no revelado.

Pedro Sánchez, Begoña Gómez y sus hijas de vacaciones en Marrakech

En el centro de la especulación se encuentra La Mareta, una opulenta residencia en Lanzarote que se ha convertido en el refugio veraniego de varios presidentes del Gobierno español. La Mareta, construida a finales de los años 70 por el rey Hussein de Jordania y cedida al rey Juan Carlos en 1989, se incorporó a Patrimonio Nacional en 2015 por decisión del rey Felipe VI. Con una extensión de 10.000 metros cuadrados, cuenta con diez bungalows, un edificio principal con dos dormitorios y acceso directo a la playa, lo que ofrece una privacidad sin igual.

La villa se asocia con una historia triste: en el año 2000, doña María de las Mercedes, madre del rey Juan Carlos I, falleció en esta propiedad durante una estancia navideña. Este evento trágico ha dejado una sombra sobre la residencia, que solo ha sido utilizada esporádicamente desde entonces. A pesar de ello, la residencia sigue siendo un destino codiciado para el descanso de los mandatarios españoles.

Pedro Sánchez es un enamorado de La Mareta

En cuanto a la estrategia vacacional de Sánchez, puede ser que el presidente y su familia planean hacer uso del Falcon para trasladarse hasta allí, siguiendo el protocolo de discreción que caracteriza sus escapadas. La villa, con su piscina privada, jardines volcánicos, y helipuerto, proporciona un refugio perfecto para el presidente y su familia, lejos de las miradas curiosas y del bullicio mediático.

Sin volver a Mojácar

Mientras Pedro Sánchez sigue envuelto en un manto de misterio durante sus vacaciones de verano, uno de los grandes interrogantes que persiste es si el presidente hará una visita a su escondite costero en Mojácar. Desde hace más de dos décadas, el líder del Gobierno tiene una conexión especial con esta pintoresca localidad en Almería, donde posee una segunda residencia que ha sido testigo de muchas de sus escapadas privadas. En el año 2001, Sánchez adquirió un apartamento en el Victoria Building, un edificio que reemplazó al antiguo hotel Mojácar. La propiedad, de 72 metros cuadrados, cuenta con dos habitaciones, un salón-cocina y un cuarto de baño, y se estima que Sánchez pagó alrededor de 120.000 euros por ella. Esta vivienda se convirtió rápidamente en un refugio querido para el presidente.

Sin embargo, la llegada de 2018 marcó un cambio radical en el estilo de vida de Sánchez. Con su mudanza a la residencia oficial de La Moncloa y su ascenso al cargo de presidente, no le interesó volver a Mojácar. Como excusa puso las exigencias del protocolo y las cuestiones de seguridad que, según él, le impiden regresar a su humilde apartamento.