Fundado en 1910

Representación de la decapitación de María Antonieta

La nobleza francesa afea a Macron la representación de la decapitación de María Antonieta en los Juegos

Les ha parecido espantoso que, en Francia, el país de la igualdad, donde la pena de muerte fue abolida hace cuarenta y tres años, un comité artístico considerara oportuno evocar las ejecuciones masivas

«Señor presidente de la República, en nombre de todos los miembros de la Asociación de Solidaridad de la Nobleza Francesa [Anf, en sus siglas, que agrupa a 6.000 familias de extracción aristocrática] y de sus familias, y en nombre de los cientos de miles de franceses que aprecian el recuerdo y la existencia de la aristocracia de nuestro país, me dirijo a usted para expresarle lo que sienten muchos franceses en todo el país». Así empieza la carta firmada por el conde Patrick de Sèze, actual presidente de la Anf, antiguo oficial de Infantería de Marina, y descendiente de uno de los abogados de Luis XVI durante el juicio que desembocó en su condena a muerte en 1793. El texto se ha hecho público nada más terminar la cita olímpica.

«La noche del 26 de julio de 2024», prosigue el texto, «descubrimos con conmoción y tristeza uno de los cuadros utilizados para inaugurar los Juegos Olímpicos: en las ventanas de un palacio de la ciudad roja de sangre, María Antonieta u otras mujeres de la nobleza, decapitadas, cantaban la melodía revolucionaria «Ah, ¡ça ira!», mientras un barco que transportaba a una mujer radiante, levantando el puño, navegaba por el Sena».

Macron enseña la medalla olímpica en El Elíseo con los organizadores de los JJ.OO.Benoit Tessier / POOL / AFP

A los miembros de la Anf les ha parecido espantoso que, en Francia, el país de la igualdad, donde la pena de muerte fue abolida hace cuarenta y tres años, un comité artístico considerara oportuno evocar de forma tan cruel y alegre todas las ejecuciones masivas llevadas a cabo en particular contra la aristocracia. El cántico «Ah, ça ira”, interpretado durante la ceremonia se refiere expresamente al ahorcamiento de aristócratas, asociando esta purga a la llegada de los buenos tiempos. «¿Era realmente éste, más de doscientos años después», se pregunta la Anf, «el mensaje de fraternidad que debía transmitirse en esta ceremonia? ¿Qué habría dicho ante este cuadro el barón Pierre de Coubertin, iniciador del renacimiento de los Juegos Olímpicos en 1896? De manera evidente, resulta especialmente paradójico e inoportuno gritar ‘ahorquen a los aristócratas’ durante la inauguración de un acontecimiento mundial recreado por un aristócrata».

La misiva no duda en recurrir al feminismo y a los derechos humanos para expresar su malestar. «Nos sorprendió otra paradoja: en un país que tanto promueve los derechos de la mujer, ¿es realmente normal presentar la decapitación de una mujer de forma tan positiva? ¿El Palacio de la Ciudad [antigua residencia medieval de los reyes de Francia y sede actual de tribunales], donde se imparte justicia desde hace dieciocho siglos, era realmente el lugar adecuado para presentar ejecuciones tan injustas y arbitrarias? Se podría haber celebrado la grandeza de la justicia francesa, pero lo único que se hizo fue arrojar cabezas cortadas a la cara del mundo».

Los Reyes, en la inauguraciónGTRES

A continuación, la Anf llama la atención sobre el bochorno que, en su opinión, supuso organizar semejante espectáculo ante monarcas reinantes. «Cabe preguntarse con razón: ¿podrían los soberanos Felipe de España, Federico de Dinamarca, Guillermo Alejandro de los Países Bajos, Felipe de los Belgas, Enrique de Luxemburgo y Alberto de Mónaco haber disfrutado realmente con esta referencia a la ejecución de una reina europea, [siendo]la mayoría de ellos parientes lejanos suyos? ¿Es esta la acogida y el respeto que reservamos hoy a nuestros invitados?»

Según la Anf, los resultados negativos, no se hicieron esperar: «mientras nuestros miembros expresaban su asombro en las redes sociales, muchos usuarios les lanzaban insultos y amenazas de muerte». Comentarios despreciables e insultos deshumanizadores para los aristócratas franceses, que demuestran «el carácter profundamente racista de este odio, que debe calificarse de aristofóbico. A este respecto, ya habíamos sido advertidos, sufriendo regularmente, incluso por parte de los servicios públicos, vejaciones, comentarios inapropiados sobre nuestros apellidos, alusiones irrespetuosas y amenazas apenas veladas asociadas al recuerdo revolucionario. Hoy, a causa de la impunidad de estas discriminaciones y de esta escena que celebraba el exterminio de los aristócratas, las vejaciones se han convertido en llamamientos al asesinato, publicados sin ningún escrúpulo en las redes sociales». De la queja a la exigencia de que «la legislación francesa, que garantiza la seguridad de todos los ciudadanos independientemente de su origen, ponga fin a esta impunidad».

Aristofobia

Después, los nobles reivindican su condición de ciudadanos de pleno derecho en una República que tolera los títulos sin reconocerlos oficialmente al tiempo que señalan la contradicción entre el deseo de los organizadores de la ceremonia de unir a la gente y la realidad de su carácter divisivo. «¿Los asesinatos unen a la gente? ¿Fue su evocación festiva respetuosa con la minoría que representamos? Los franceses de ascendencia aristocrática somos ciudadanos de la República Francesa. Aunque representamos una gran fuerza cultural, patrimonial y económica, se nos ha tratado como si ya no existiéramos, como si el Terror hubiera completado su obra», antes de destacar la compatibilidad de su condición aristocrática con un régimen republicano que no cuestionan: «Y sin embargo, desde la República Romana hasta la República de las Provincias Unidas de los Países Bajos, pasando por las repúblicas medievales italianas, las aristocracias de Europa han vivido en muchas repúblicas, las han servido bien y siguen haciéndolo. Somos herederos de una condición que no depende de una realidad material, sino de la transmisión de un patrimonio cultural y de la conformidad con un ideal de vida».

«¿Por qué, a pesar de ello», prosiguen, «basta el origen aristocrático para que en 2024 en Francia se odie a una persona y se la llame a asesinar? Señor presidente de la República, ¿qué más hace falta para acabar con este odio basado en el mito de una opresión sistémica pasada cuyos supuestos crímenes han sido denunciados desde hace tiempo como inmensamente exagerados, o incluso imaginados con mala intención, por historiadores de todos los partidos? ¿Por qué, a pesar de todos los servicios prestados, fingimos que el recuerdo del Terror no existe en nuestras familias? ¿Debemos decir ahora a nuestros hijos que la República nos rechaza, que no asume nuestra defensa y que en Francia la aristofobia es lícita?»

«Por eso, señor presidente de la República, queremos expresarle nuestra profunda indignación, para que haga desaparecer todas las expresiones de odio hacia nosotros, junto con todas las mentiras y la impunidad que contribuyen a alimentarlo».