
Cristina Ybarra
Los secretos del palacio de Córdoba que enamoró a los Reyes Católicos
Situado en Palma del Río, es propiedad de la familia de Enrique Moreno de la Cova, quien se casa este sábado
A Enrique Moreno de la Cova y a Victoria López-Quesada no les han faltado palacios y fincas para celebrar su boda este sábado 31 de agosto. Podrían haberse casado en el jardín hispano mudéjar de cítricos más bello y completo de España, dentro de un Alcázar Palacio.
Quizás la más original y regia habría sido en el Alcázar Palacio de Portocarrero, propiedad de los padres del novio, donde su hermana Cristina se casó (pero lo hizo en el mes de octubre, no ahora a 40 grados). Es posible que la fecha final, un 31 de agosto, en Palma del Río, Córdoba, no sea, por las altas temperaturas, el lugar más idóneo. Esa inclemencia unida a la logística del desplazamiento de todos los ilustres invitados a esa pequeña localidad cordobesa, les complicó elegirlo como lugar de celebración.

Victoria Lopez Quesada y Enrique Moreno de la Cova
En las bodas tradicionales, y esta lo es, es la novia quien se encarga de organizarlo todo y suele tirar a su terreno para la celebración. Así que es normal que, por cortesía, se le ofrezca la opción de hacerlo en «territorio novio» pero Victoria y familia han preferido Madrid. A todo lo anterior, posiblemente el condicionante de mayor peso haya sido la presencia del Rey Felipe y es normal que quieran facilitarle la asistencia, como ya han hecho con la elección de la fecha, que se ha puesto en función de su real agenda.

Palacio Portocarrero
Más lejos quedan los Reyes Católicos, que se alojaron tres días en 1501 y dijeron que era «el jardín de Andalucía» y se llevaron 140 naranjos de Palma del Río para plantarlos en la Alhambra. Por ese motivo, Cristina colgó una cadena en la entrada principal, que significa que allí han pernoctado reyes.
Las relaciones con los monarcas no acaban aquí porque en este palacio nació, María de Cazalla, que fue como una Santa Teresa de la época. Cuando a la reina Isabel, La Católica, se le quema su ajuar de joyas, María de Cazalla le regala su propio ajuar a la reina e Isabel le da «gracias por tanto favor que mejora lo que yo tenía». También el Gran Capitán, pariente de Tamara Falcó, se casó en el palacio de Portocarrero un 14 de febrero.
El vergel cítrico de Portocarrero
Cristina Ybarra partió de lo que había; un huerto antiguo con naranjos centenarios alimentados con un sistema de riego almohade. Ella empezó a repoblarlo de cítricos porque es lo que tenía más sentido por ser un pago de huerta de naranjos y en esta zona hay una variedad autóctona riquísima, la cadenera. Cuando estuve conociendo el palacio lo primero que me llamó la atención es la cantidad de cítricos raros y diferentes que tiene en macetones, jardineras y en tierra. Ybarra me contó que empezó poco a poco y que por respeto a la zona, el suyo tenía que seguir siendo un jardín hispano mudéjar, que crecía y crecía y ha acabado convirtiéndose «en un enorme museo vivo de la naranja, donde hay más de 400 clases de naranjas y limones».

Palacio de Portocarrero
Al ser un museo vivo, la colección sigue creciendo y el mejor regalo que le puedes hacer a la señora de la casa, la Gran Dama de la Naranja y madrina de la boda regia de este fin de semana, Cristina Ybarra, es un limonero o un libro sobre jardines para incrementar la extensa colección de la biblioteca del Alcázar Palacio de Portocarrero. No ha podido ser la boda de su hijo la que se celebre en tan ilustre lugar, y que desde luego no cuenta con exclusiva periodística como la boda de la princesa noruega con el chamán porque son personas con otro tipo de educación y buen gusto, pero quién sabe, si en un futuro, será el sitio perfecto para un bautizo y ojalá que, en esa ocasión, el rey Felipe pueda acercarse a conocer ese increíble, desconocido y bello lugar de España, que es Palma del Río. Y ya aviso que el Palacio no es el único jardín espectacular que tiene la localidad. Hay alguna huerta privada que merece mucho la pena visitar, además del museo de los Victorio y Lucchino.