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James Middleton, en LondresGTRES

El hermano de Kate Middleton cuenta cómo intentó suicidarse

Este jueves, James Middleton publica una novela donde expone cómo su perrita spaniel Ella le salvó la vida

«Los perros nunca me juzgaron». James Middleton, el hermano pequeño de la Princesa de Gales, sentencia con esta frase cómo se ha sentido durante los últimos años. De algún modo, fue durante su infancia y adolescencia el patito feo de la familia. Un estudiante disléxico en Marlborough, con un trastorno de déficit de atención no diagnosticado, cuyas notas eran tan malas que hicieron llorar a su madre e impulsaron a su padre a decir que su costosa educación era «un desperdicio de dinero». Sus problemas de salud mental han sido reiterados, ha sufrido varias depresiones y solo encontró comprensión en su perrita spaniel Ella.

James Middleton publica, este jueves, Meet Ella: The Dog Who Saved My Life [Conoce a Ella: la perra que me salvó la vida], donde cuenta su lucha contra la depresión y cómo le afectó el convertirse en el cuñado del futuro Rey de Inglaterra. Ensayó durante meses para leer un pasaje de la Biblia en la boda de su hermana Kate con el Príncipe Guillermo.

En 2017, cuando tenía 30 años, finalmente buscó ayuda profesional. Sus padres, escribe, se sentían incómodos con el hecho de que le hubieran etiquetado como clínicamente deprimido. Sostiene que la sociedad solo ahora comienza a romper con el estigma. Sin embargo, Kate y Pippa lo entendieron. Lo acompañaron a sus sesiones de terapia cerca del Puente de Londres.

James Middleton

Algunos de los capítulos de su libro han sido adelantados en el Daily Mail. El más impactante se titula ‘La noche en que casi me suicidé, pero mi amada spaniel Ella me impidió dar el salto fatal’. Una noche de noviembre de 2017, a las dos de la madrugada, su depresión era tan severa que sintió que la vida «ya no valía la pena vivirla». No podía dormir ni comer y solo quería escapar de todo, cuenta. «Me siento incomprendido; un completo fracaso. No le desearía la sensación de inutilidad y desesperación, el aislamiento y la soledad, ni a mi peor enemigo. Creo que me estoy volviendo loco», describe.

James Middleton, con su perritaGTRES

Relata que abrió una claraboya para subirse al tejado. «Así que desengancho la escalera, trepo y me impulso hasta el tejado. Me quedo de pie y contemplo Londres, pero no veo su gloria», empieza a recordar: «Camino de un lado a otro, pero no encuentro alivio para el tormento que siento en la mente. Pensamientos oscuros se agolpan en mí. ¿Qué puedo hacer para que se detengan? Pienso en saltar desde el tejado. ¿Quién me encontraría? ¿Un taxista que pase por allí? ¿Un vecino? Me pregunto si, si salto, ¿podría interpretarse como un accidente trágico? De ese modo, mi familia, aunque lloraría desesperadamente, se ahorraría la tortura añadida de saber que me he suicidado». Entonces miró hacia abajo y a través del tragaluz vio «los tiernos ojos de Ella» mirándole, implorándole que bajase.

Middleton defiende apasionadamente el poder terapéutico de los perros y afirma: «Una de mis ambiciones es que los médicos prescriban perros. Ofrecen una innegable cantidad de poder curativo». Explica cómo los perros pueden motivarnos incluso cuando nos sentimos paralizados por la desesperación. «Nos ayudan a levantarnos por la mañana y a salir a la calle».