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El Rey Felipe VI, en una imagen de archivoEuropa Press

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El restaurante de carretera donde el Rey Felipe para a tomar torreznos

Su carta es una oda a la cocina tradicional castellana

Saber qué platos aman y odian los miembros de la realeza es una de nuestras pasiones porque siempre nos dan alguna sorpresa jugosa. Por ejemplo, gracias a la biógrafa Laurence Debray, sabemos que Don Juan Carlos tiene una verdadera aversión a las setas. ¿Por qué? Un día, hace muchos años, allá en Suiza después de la Segunda Guerra Mundial, comió setas silvestres durante un paseo por el bosque con sus primos, pero con la mala suerte de que se intoxicó. Desde entonces, no puede ni verlas, ni siquiera las trufas, esas que suelen ser el lujo de cualquier plato. Pero, curiosamente, lo que más le entusiasma es un buen plato de lentejas, que parece más sencillo, pero es su debilidad. También es fan de las anchoas y el jamón serrano.

Ahora bien, tan castizo como el jamón es el torrezno, esa maravilla crujiente de panceta frita que no solo tiene fans en Castilla y León, sino también en la mismísima Familia Real. El Rey Felipe VI es un verdadero fan de los torreznos. Y, aunque sabemos que la Reina Letizia es una «realfooder» muy estricta, parece que tampoco pudo resistirse. En una visita oficial a Soria en el año 2020, se acercó a un restaurador que llevaba una bandeja de torreznos recién hechos y, según dicen, hasta encargó algunos para llevar. No hay duda, este manjar tiene el sello real.

Pero esta vez el Rey Felipe es quien protagonizó una divertida anécdota. Tras presidir una entrega de premios en Soria el 26 de septiembre, decidió hacer una inesperada parada en un restaurante de carretera, antes de regresar al Palacio de la Zarzuela. El restaurante que programó la parada fue el Área 103, que está situado en el kilómetro 103 de la Autovía A-2 (Autovía de Madrid-Barcelona) de Almadrones, Guadalajara. La anécdota, tal y como Ana Isabel Rebollo, uno de los propietarios, explicó a la revista ¡Hola!, fue enteramente sorprendente: «Hicieron una reserva para la mañana y pensamos que sería para algún político importante. ¡Pero cuando llegó, nos quedamos alucinados! ¡Era el Rey!», narró entre risas.

Don Felipe parece que tenía únicamente en mente una cosa: probar los torreznos famosos de la casa. Para seguir, le pidió a la casa unos pimientos de cristal a la plancha y lechazo asado. Para el postre, sin ningún tipo de extravagancia, solamente fruta. Recuerda Isabel que durante la comida, se mostró muy cordial con sus acompañantes comensales, e incluso se dirigió a una señora mayor del lugar con la que entabló una conversación de la que ella misma no podía creerse lo que estaba vivenciando.

No era la primera vez que la realeza honraba con su presencia el restaurante. Según contó Ana Isabel al citado medio, recordó con cierta nostalgia cuando, años atrás, Don Juan Carlos y Doña Sofía también hicieron una parada en el lugar. «¡Me tuvieron en brazos cuando era solo una niña!», comentó emocionada. Sin duda, una anécdota que lleva guardada con cariño, aunque lamenta no tener una foto de aquel momento tan especial.

Área 103, joya gastronómica con 125 años de historia

Y es que aquí, no se sirven torreznos cualquiera, dicen que son los torreznos más crujientes de la A-2, y con razón son uno de los grandes best-sellers del lugar. «Los cocinamos con todo el cariño del mundo y eso hace efecto», anuncian orgullosos en sus redes sociales, donde muestran el proceso casi celestial de crear este increíble aperitivo.

Al entrar, te recibe un ambiente cálido, con paredes decoradas con recuerdos de su larga historia familiar, donde se respira esa mezcla entre lo rural y lo clásico. Las mesas de madera robusta invitan a disfrutar de una comida relajada, mientras el olor a lechazo asado y torreznos recién hechos llena el aire.

Pero, ¿cuál es el secreto mejor guardado del Área 103? Pues resulta que lo tienen justo al lado de la cocina: su propio huerto. «Apostamos por los productos de proximidad», explican, «y nuestro huerto ha sido imprescindible para elaborar nuestros platos». No es de extrañar que atraigan más de 2.000 visitantes diarios.

La historia del Área 103 comienza allá por 1889, cuando la bisabuela Celestina tomó las riendas de la Venta de Almadrones. Desde entonces, la familia Rebollo ha continuado con la tradición, con especial cariño por los camioneros, una relación que se consolidó cuando Antonio Rebollo Bachiller, antiguo camionero, se casó con Nieves, hija de los propietarios. Antonio, que conocía de primera mano las penurias de la carretera, solía llevar bocadillos y bebida a sus colegas camioneros cuando las nevadas los bloqueaban en la ruta.

En cuanto a la oferta culinaria, además de los famosos torreznos por 4,50 euros, también puedes llevarte a casa el mítico almadrón de crema o de chocolate por 24,25 euros la caja. Y si lo tuyo son los platos más sofisticados, puedes pedir pimientos de cristal asados a carbón por 11,70 euros o lanzarte por un buen chuletón de vaca vieja, que por casi 60 euros promete alimentar a dos. Y cómo olvidar el lechazo asado, que conquistó el paladar del mismísimo Rey Felipe VI, por 29,90 euros.

Por si fuera poco, el Área 103 ofrece un hotel con 48 habitaciones equipadas con todas las comodidades, desde baño completo hasta acceso a internet gratuito y televisión. También disponen de cafetería 24 horas y todos los servicios para los conductores, desde grúa hasta neumáticos. Al lado, tienes una gasolinera y hasta un Carrefour Express abierto las 24 horas.