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María Jesús Montero, en la Feria de AbrilGTRES

María Jesús Montero: de las juventudes cristianas a su exmarido comunista

Su conexión con la política comenzó de la mano de las juventudes cristianas andaluzas, donde su figura de referencia fue el cura Manolo

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, optó por eludir el acto de conciliación convocado en un juzgado madrileño tras la demanda interpuesta en su contra por Alberto González Amador, el novio de Isabel Díaz Ayuso. Ahora, la responsabilidad recae sobre el demandante, quien deberá decidir si continuar con el proceso.

María Jesús, cariñosamente apodada «Marisu» en su círculo cercano, es una figura curiosa en el panorama político español. Nacida en el barrio sevillano de Triana en febrero de 1966, a sus 58 años, se ha convertido en una de las caras omnipresentes del Gobierno. Licenciada en Medicina y Cirugía, nunca llegó a ejercer como médico. En lugar de ello, optó por una carrera en la administración, un giro que invita a cuestionar su compromiso original con la salud pública.

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEuropa Press

Durante su etapa universitaria, Montero vivía en un piso compartido con otros estudiantes, lo que contrasta con la imagen de poder que ostenta ahora. Aunque provenía de una familia de profesores, su juventud estuvo marcada por la falta de recursos económicos. Sin embargo, su aspiración de ser médica fue rápidamente relegada en favor de la gestión, ya que a la mitad de su carrera decidió que su futuro estaba en la administración sanitaria.

Su conexión con la política comenzó de la mano de las juventudes cristianas andaluzas, donde su figura de referencia fue el cura Manolo (Manuel Mallofret). Durante esos años, conoció a Rafael Ibáñez Reche, un joven estudiante de Derecho que militaba en las juventudes comunistas de Izquierda Unida, lo que la llevó a adentrarse en un mundo político más amplio. Pronto, esa amistad derivó en un noviazgo que marcaría sus primeros pasos en el activismo político.

Su historia de amor

La historia de amor entre María Jesús Montero y su exmarido, el abogado Rafael Ibáñez, es la crónica de un romance que, desde el principio, pareció destinado a encontrar baches. Mientras que María Jesús se presenta como una católica ferviente, Rafael es un ateo convencido, lo que creó una tensión ideológica desde el primer beso. El punto culminante de esta relación, claro está, fue su boda. Para encontrar un término medio entre sus creencias, decidieron casarse en un colegio concertado de Triana, un lugar que representa la fusión de sus mundos. «Fue una boda por la Iglesia, pero no en una parroquia», contó Ibáñez. Al parecer, la idea era encontrar un lugar neutral.

Tuvieron dos hijas, criadas en colegios públicos y laicos, algo que subraya su intención de brindarles una educación que no estuviera teñida de sus diferencias ideológicas. Y ahora, María Jesús vive entre Madrid y Sevilla, intentando hacer malabares con su vida política y familiar, ya que con Rafael se encuentra separada de forma afectiva. Separados, pero no divorciados, tal como dejó claro en su última declaración de bienes en el Congreso de los Diputados en agosto de 2023, donde sigue marcando como estado civil casada en gananciales.