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El embajador de Filipinas, Philippe J. Lhuillier con Edna Lhuillier, Isabel Preysler, Tamara Falcó y Iñigo Onieva

Isabel Preysler recuerda su llegada a España: «Me sorprendió lo que vi en Madrid»

La socialité ha recibido un premio otorgado por la Embajada de Filipinas en España

La Embajada de Filipinas en España, liderada por el Excelentísimo Señor Embajador Philippe J. Lhuillier, ha celebrado los Premios Tanglaw el Instituto Cervantes de Madrid. La palabra filipina tanglaw significa la luz que guía, el premio rinde homenaje a quienes sirven de luminarias de la unidad y el progreso. Inspirado en el emblemático cuadro del pintor Juan Luna, simboliza la iluminación del camino hacia un futuro próspero, en el que ambas naciones contribuyen por igual a sus aspiraciones comunes.

El acto comenzó con los himnos nacionales de Filipinas y España y se repartieron 17 premios. Sin duda, una de las galardonadas más aplaudidas fue Isabel Preysler, quien abandonó su país natal en 1968 para instalarse en España. El texto de presentación de Isabel la definía como «reconocida miembro de la alta sociedad», «reina de corazones» y «perla de Manila» y destacaba su influencia y «capacidad para establecer puentes culturales e históricos entre ambos países, aumentando la conciencia pública sobre la moda, gastronomía y herencia femenina filipina».

Isabel acudió acompañada de su hija Tamara Falcó, y su yerno Íñigo Onieva. La socialité se mostró muy ilusionada con este reconocimiento y bromeó: «Hace 55 años que llevo viviendo en España, donde me llaman 'la filipina´. Pero cuando voy a mi país, me consideran 'la española».

Tamara Falcó con Íñigo Onieva e Isabel Preysler

«No necesito ningún premio para recordar mis raíces. Cuando me preguntan si me siento más una cosa u otra siempre contesto que no hace falta elegir, porque España y Filipinas, salvo algún rifirrafe, siempre han estado unidas»

Isabel Preysler estaba muy elegante, con un pantalón de terciopelo negro con cristales de swaroski y una americana a conjunto. Su melena bob, perfecta. Confiesa que lo que más le llamó la atención de nuestro país, cuando llegó con 17 años a Madrid, fue la ausencia de zonas verdes, porque se instaló con sus tíos en la Castellana. «En Manila se vive rodeada de vegetación», declaró a ¡Hola! Añade que mantiene muchas costumbres de su tierra, sobre todo a nivel gastronómico, puesto que en casa toman comida filipina; lumping, que son unos rollitos, el adobo y el pospos, que es un caldo de pollo con arroz. En su jardín también tiene varios bambúes que le recuerdan a su infancia.

Respecto, al idioma asegura que sus hijos no hablan filipino. Tamara matizó que sabe decir «masarap», que significa muy bueno, sabroso.